sábado, 13 de abril de 2024

Intimidad

 Esta palabra es una que tiene un lugar central en mis reflexiones en torno a la vida. Ha sido un desafío enorme para mí, ya que integré desde pequeña unos enormes patrones de desconfianza que me han llevado a buscar la superficialidad en mis vínculos, para sentirme a salvo, para no exponerme demasiado.

Desde hace un par de años el plan de mi alma al parecer cambió y he venido profundizando en esta aventura de intimar, de abrirme a conexiones más profundas, de pagar el precio de la cercanía, que muchas veces se ha sentido como una especie de renuncia a la libertad, aunque en realidad no sea así.

En estos días tuve una ruptura, no sé si temporal, con un amigo muy especial para mí, ya que fue de las primeras personas a las que decidí abrir mi mundo hace ya varios años. Y siento que la razón para esa ruptura fue la dificultad para sostener la intimidad y por eso estoy escribiendo este post.

Abrir el corazón a una persona implica una enorme vulnerabilidad. Ser vulnerables es uno de los desafíos más grandes que tenemos al ser humanos, porque nuestra mente es muy sensible y encuentra maneras para evitar esa sensación que identifica con el peligro. Pueden ser cualquier cantidad esas estrategias: drogas, alcohol, juegos, sexo, control. Hay que inyectarle alguna dosis de lo que sea para no sentir ese peligro, para no sentir que abrimos demasiado el corazón. Esto es especialmente fuerte si hemos vivido nuestra vida, como yo, con pocos niveles de intimidad, con bajos niveles de cercanía con varias personas. Solamente la palabra intimidad se asocia fácilmente con la interacción sexual, aunque no necesariamente la implique.

Han escuchado esta historia de que un hombre y una mujer (o dos personas, for that matter) no pueden ser amigos? Pues bueno, viene de esa incapacidad nuestra para sostener la intimidad, la cercanía real con una persona. Porque si ya estamos ahí, si hemos abierto el corazón, entonces debe significar que hay algo más, verdad? Debe significar que esta persona debería ser mía, que un control debería establecerse, que podríamos distraernos teniendo sexo para (por favor!) no sentir esa cercanía. Qué mentiras, qué estrategias las que crea nuestra mente para separarnos del amor.


Porque el amor tiene mil maneras de expresarse, de existir en nuestra vida. Una de las más bellas, por supuesto, es la amistad, porque nos da la posibilidad maravillosa de amar en libertad, de conocernos en el otro, de acercarnos sin esa ilusión del control, solo por el gusto de estar con ese ser. Qué triste que nos perdamos de eso por las ideas sociales o por nuestra incapacidad emocional. Es justamente en la amistad donde podemos entrenar esa capacidad, esa comprensión profunda del amor. Es en el día a día de estar con nuestros amigos y amigas que podemos aprender que no es en la pareja en el único lugar donde podemos dejarnos caer, donde podemos encontrar sosiego al dolor de sentirnos solos en el mundo, donde podemos ser vulnerables y llegar a intimar.

Trascender esto en nuestras amistades, comprender que no es solamente a través del sexo que nos podemos conectar profundamente, ir más allá de ello, es un regalo hermoso que vale la pena darnos, que vale la alegría cultivar. Porque además es en esos lugares donde luego encontramos nuestra independencia a la hora de entrar en pareja y podemos ayudarnos a no depender tan profundamente de ese vínculo. Y también, al comprender esto, podemos soltar el temor que nos da cuando nuestras parejas tienen también otros vínculos significativos: los podemos aceptar porque los sentimos en carne propia, los podemos comprender.

Hoy quiero invitarme y conmigo a ustedes a continuar en el cultivo de la intimidad en la amistad. A observar esa tendencia de la mente a enrollarse y complicar lo que es fácil, a dejarnos amar en la calma y la dulzura que traen los amigos y amigas y a dejarlo ser allí. Siempre hay espacio para las aventuras románticas, pero hagamos uno especial y decidido a los amigos y las amigas. Acabemos con esa sentencia terrible de que no podemos tener amistades genuinas y profundas que sean solamente eso.

Aprender que la intimidad es algo hermoso a cultivar en todos nuestros vínculos significativos, no solo en la pareja, así ese vínculo tenga su propio color. Amemos, que a eso fue a lo que vinimos <3

domingo, 7 de abril de 2024

Cuento de eclipse: Veneno

La prueba de ese momento fue encontrarme con tanta oscuridad. Había huido tanto tiempo de esa historia que le hice un cuarto en la parte trasera de mi mente y me olvidé de él. Le dejé existir allí.

De lo que no me di cuenta fue que siempre estuvo saliendo de allí. Invadió todos mis espacios y mis vínculos. Era una sombra que no podía ver, que de vez en cuando me permitía ojear un resquicio cuando volteaba a ver, pero desaparecía dejándome con la inquietud de si aquello había sido real.

Se ocupaba de mis distracciones. Proyectaba marionetas en la pared, que me hacían creer que ya no estaba allí, que todo estaba bien, que lo había dejado bien guardado en ese cuarto al que creía que solamente yo tenía acceso. Pero las marionetas le expresaban de diferentes maneras: estilos, gestos, pero sobre todo esa forma de relacionarnos, que era de la que yo huía desesperadamente sin más remedio que volver a construirla, una y otra vez, una y otra vez.

Un día, me encontré exhausta de correr, de escapar. Hastiada, como si hubiese comido un banquete eterno y queriendo vomitar. Me di un golpe en la base de la columna que generó un dolor que duró por días y decidí tomarlo como una señal: necesitas detenerte. Y así lo hice. Pasé días y noches contemplando las sombras, inventariando los vínculos, descorriendo cortinas y navegando por los cuartos de mi ser hasta que no me quedó más remedio que ir a ese.

Y allí estaba aquel monstruo. Gigantesco, gordo, repugnante, patas arriba y con esas antenas que me hacían gritar cada vez que volteaba a verlo. Satisfecho de alimentarse de mí, de mi amor y de mi miedo, de mi auto-victimización, de mi auto-suficiencia también. Reproducido en mil sombras pequeñas que deambulaban por todo el cuarto y luego pude ver que estaban por toda la casa. Grité de desesperación y lloré con la misma palabra en los labios que había buscado que solucionara siempre ese problema... pero esta vez no podía servir, porque el monstruo se la había tragado. Mi negación había nublado cualquier posibilidad de luz en ese nombre.

Así que no me quedó más camino que enfrentar a este monstruo. Lo ayudé a levantarse y le pedí que se sentara en una silla y hablamos frente a frente. Vi sus ojos, enormes, vacíos, llenos de carencia y de sed, de muerte. Lo miré y vi mil generaciones a través de ellos. Otros miles de gritos como el mío y cientos de habitaciones oscuras que buscaron hacer lo mismo que yo: olvidarlo, silenciarlo, aumentando su fuerza y expandiendo su presencia. Le dije que lo veía. Le dije que veía las generaciones que le antecedían. Le dije que veía el dolor, el miedo, la podredumbre. El silencio, la complicidad, la evasión. Le dije que me viera, que este era mi territorio y que ya no era bienvenido, que se tenía que ir y hacerse cargo de sus asuntos. Prendí mi fuego y quemé toda mi carne y mi dolor allí.

Pero, pese a mi acto de valentía, se negó. Lo vi tomar con sus patas peludas ese nombre tan importante para mí. Aferrarse. Desafiarme porque yo no tenía derecho a ese reclamo, a esa voz que por fin se atrevía a alzarse.

Así que elegí la muerte. Tomé el veneno del que disponía y lo envenené. Y con él a esa parte de mí que se negaba a morir con él. Esparcí el veneno por todo el cuarto y por toda la casa y lo boté encima del monstruo para asegurarme de que se muriera bien. Me caí en mí misma y me invadió el silencio y el dolor, en cada parte de mis células. Una parte de mí me gritó: detente! Pero tuve que elegir. Era asumir el veneno y matar al monstruo o yo. Tuve que sacrificar esa parte de mí, para que no matara a todas las demás.




El veneno pasó por mis venas y se evaporó con mi fuego. Pude levantarme, como un fénix de sus cenizas y empecé a moverme despacio, poco a poco, recobrar el aliento o más bien respirar por primera vez, libre de aquello. 

Volteé a ver a mi amado y odiado monstruo. Lo vi agonizar allí. Retorcerse de dolor y sentí tristeza, compasión y ganas de aliviarlo, de que no sufriera más. Lloré, lloré un mar de lágrimas que salían desde lo más profundo de mi ser. Pero era el monstruo o yo y la elección estaba hecha.

Abrí las cortinas de aquel cuarto, para que entrara la luz; y luego las ventanas para que entrara el aire, para que ese nuevo ánimo pudiera esparcirse por todos los cuartos de mi casa interna. Dejé de sentir miedo y acepté que ese monstruo sería parte de mi por siempre. Que sus cenizas eran parte de la tierra en la que mi ser se renueva siempre, una y otra vez. Esa misma tierra de mis raíces. Le honré y empecé poco a poco a sentir amor por él en mi ser. Un amor nuevo, sin idealizaciones, uno que pudiera pronunciar ese nombre y sentirlo finalmente completo. Uno que pudiera tomar esa sombra en mí, sin negaciones.

Le hice un pequeño funeral al monstruo. Una pequeña oración: descansa en paz. Que seas libre, que la luz sea en tu ser. Y a la manera de los enanos en blanca nieves le dejé flores y le dejé ser allí, en su cuarto, ahora abierto y luminoso, emanando luz a la conciencia de mi ser.

Gracias monstruo. Gracias.

martes, 5 de marzo de 2024

Quirón o el dolor como parte de la vida

Este año tenemos un evento astrológico muy poderoso en materia de sanación de heridas profundas: Quirón atraviesa el signo de aries al mismo tiempo que lo hace el nodo norte. ¿Qué significa esto? Veamos.

Un poquito de contexto

Quirón es un asteroide que fue descubierto hace poco y que hace referencia al arquetipo del gran maestro Quirón, de la mitología greco-romana. Este personaje es uno de mis favoritos totalmente, porque nos habla del monstruo, que es algo que abordé hace un tiempo en este mismo blog (ver https://naoosmesmos.blogspot.com/2023/09/ser-de-la-monstruosidad-y-otras.html). Quirón nace de su madre Fílira, una ninfa del océano y de Cronos, en ese momento Dios regente del mundo, que viola a esta ninfa en forma de caballo y así engendra a este ser. Es el primer centauro, por lo que su madre lo ve como monstruoso y lo rechaza. Cronos tampoco tenía personalidad de padre cuidador, así que Quirón recibe un profundo rechazo tan pronto como comienza a existir. Apolo, el sol (el ser) lo acoge poco tiempo después y hace de él un gran maestro. Esta es la primera parte del viaje de Quirón.

Ya como maestro y restaurado en su autoestima, entrena posteriormente a muchos héroes, incluido Hércules, que tiempo después y en un accidente lo hiere con una flecha envenenada. Esta herida es producto del veneno de la Hidra y marca el comienzo de un segundo viaje de este personaje: cómo curar una herida incurable. Esto aumenta su maestría, por lo que puede compartir este saber con muchos seres. Sin embargo, no consigue su objetivo y el final de su sufrimiento ocurre cuando cede su inmortalidad a Prometeo y es ascendido a la constelación de sagitario.

El otro elemento de esta ecuación es el nodo norte, que se trata de un punto matemático que marca aquello que estamos aprendiendo, integrando, personal y colectivamente a nivel kármico. Es la cabeza del dragón que se 'come' las experiencias para hacerlas parte de sí. Aries, que marca la energía de estos dos elementos en este año de 2024 nos habla de muchas cosas: del movimiento, de la guerra, de la autodeterminación, de la autonomía, del liderazgo, de ir por aquello que queremos.

La unión de estos tres elementos nos da un mensaje potente: es momento de aprender, como humanidad, sobre el dolor incurable de no lograr lo que queremos. Y aceptarlo.



El dolor y la vida

La historia de Quirón es bella y trágica, y fundamentalmente nos habla del dolor. Y hoy quisiera compartirles sobre este planetoide como ese mensaje que nos trae la vida de la inevitabilidad del dolor, del sentir dolor como parte de sentir la vida. Vivimos en una sociedad que nos ha invitado a creer que 'necesitamos' satisfacer nuestros deseos prontamente y siempre, que el éxito es que nada duela nunca, que siempre nos vaya bien. Es una sociedad que vive en estas comprensiones infantiles de la vida, en el sentido de que espera de manera fantasiosa veranos eternos y si no logramos esto, algo está mal con nosotros.

Pero la vida no funciona así y no sería deseable que lo hiciera. Los ritmos naturales son claros al respecto: Todo está permanentemente en cambio. Existen el día y la tarde y la noche; existen los periodos de frío y de calor, de lluvia y de sequía; existen los nacimientos y las muertes de las estrellas. Existe la vitalidad inocente de la infancia y la adolescencia, la energía creativa de la edad adulta, y la calma y el decaer de la vejez hasta que la expresión humana que asumimos se transforma y deja de existir. Estos cambios, el transitar de un momento a otro, con frecuencia nos ocasionan tristeza, dolor o alguna forma de incomodidad y esto es parte del proceso de vivir.

Quirón en Aries nos habla de un dolor relacionado con esto específicamente: no lograr lo que queremos, sentirnos restringidos para ir por nuestros objetivos o que nuestros intentos no sean exitosos y lo que duele esto.

Aceptar ese dolor, poder transitar la incomodidad y seguir adelante inclusive con ella, es parte de las invitaciones que nos hace el cielo hoy: trascender las pataletas arianas que pueden hacerse al no obtener lo deseado (me boto al piso, grito, saco a la gente a marchar a las calles, estallo una guerra si hace falta) y comprender que esto hace parte de la vida y que sí, duele, pero podemos integrar esta información e ir hacia una mayor madurez.

La astrología además es maravillosa, porque nos enseña a través de historias y esas historias nos dan 'pistas' de cómo aproximarnos a la sanación y al autoconocimiento. Los viajes de Quirón son ejemplos de cómo es que funciona esta herida: primero, la herida del rechazo, de no sentirnos suficiente para obtener lo que queremos. Esto hace parte de los mensajes que recibimos todo el tiempo de parte de la sociedad: siempre tenemos que ser 'más' y tenemos que 'ir por ello', como Aries. Pero a veces no podemos hacer eso y sostenernos todo el tiempo en ello trae agotamiento. 

Qué hacer entonces

¿Cómo podemos abordar esto? Quirón también nos da pistas: es experto en las artes, en las manualidades (incluida la cirugía), en aquellas actividades que implican presencia y atención. Aries nos habla del movimiento, de la expresión, de la actividad física. Con estos dos elementos en mente ¿Qué podemos hacer hoy que nos ayude a lidiar con el dolor, a experimentarlo, desde la conciencia? 

Y el segundo viaje de Quirón nos cuenta hacia dónde evoluciona la conciencia del dolor: a sanar a otros, a compartir nuestras experiencias y a seguirlo haciendo mientras dure nuestra existencia. Porque el dolor es algo que tiene la misma característica de toda la existencia: surge y desaparece, surge y desaparece, pero mientras esto ocurre, además nos da su mayor regalo: nos transforma y con frecuencia y si le damos espacio, nos expande.

Quirón es una invitación a la adultez. Y es solamente una de aquellas que la vida nos plantea, pero nos habla del primer paso para poder crecer: aceptar el dolor como la realidad que es en nuestras vidas. Negar el dolor solamente lo hace crecer y nos implica encontrarnos cada vez más de frente con eso que nos duele, para que podamos verlo. La negación del dolor nos lleva en el camino opuesto al del sanador que representa Quirón: a la enfermedad y con nuestra inconsciencia, también la enfermedad de nuestras familias y de la sociedad.

En astrología se habla mucho del espacio en donde tenemos cada uno a Quirón como aquella herida que no sana. La imagen mental es clara: estamos heridos. Una herida no atendida, se enferma más, duele cada vez más. El cuerpo clama por nuestra atención para que la veamos y le ayudemos a sanar. Bueno, así es como funciona este asteroide en nuestras vidas: nos pide atender un espacio de la vida de manera permanente, porque es algo que vinimos definitivamente a trabajar. Al atenderlo, no sana, pero sí nos enseña y nos ayuda a expandirnos.

Pero además, esta imagen de estar heridos también nos conecta con lo profundamente humano. Todos estamos rotos en algún nivel y esto es lo que nos permite recordar nuestra fragilidad, nuestra falta de poder absoluto, nuestra mortalidad. Quirón cede su inmortalidad para poder descansar, ¿qué conlleva más vulnerabilidad que el dolor?

Algunas ideas para transitar este quirón en aries

Finalmente, algunas sugerencias que pueden resultar de utilidad en este tránsito desde la perspectiva del autocuidado y la astrología. Sin embargo, recordemos que Aries también nos invita a andar nuestro propio camino, entonces se vale descubrir lo que nos viene mejor! 
  • Atender a nuestro niño interior. Esta herida de frustración nos viene de la infancia, del modo en que aprendimos a lidiar con no obtener lo que queríamos. ¿Cómo puedes acompañarte hoy mejor a lidiar con tu frustración?
        Ideas: aries es un signo físico y que requiere mucho movimiento. ¿Qué tal gritar en un espacio seguro o golpear algún cojín? Darle un espacio a la rabia de manera segura       que te mantenga seguro/a a ti y a tus personas cercanas.
  • También correr, hacer ejercicio físico exigente puede ser una forma poderosa de transformar estas energías.
  • ¿Qué sientes que no puedes lograr este tiempo? Identificar este dolor es ya una manera de transformarlo. Lo que vemos, nos hace libres.
  • ¿Te sientes especialmente competitivo? La astrología trae su medicina por ejes: un poco de conciliación, de solidaridad con los otros (libra) puede venir muy bien.
  • También puedes usar esta energía de la competencia y la impulsividad, para cosas creativas y para el inicio de proyectos.
  • Aprovecha la energía de Aries para ser valiente y conocer tus heridas. Ir a terapia es un paso que puede costarnos mucho, es un momento poderoso para finalmente hacerlo!
Espero que la reflexión les resulte de utilidad. Este compañero de viaje estará con nosotros hasta el año 2027, pero en alianza con el nodo norte hasta el próximo enero de 2025. Aprovechemos este caminar :)

P.D: Dirán que cómo doy de lata con Quirón por este último tiempo, pero ocurre que mi nodo natal está en aries, así que hace parte de mi tarea en esta existencia experimentar este tránsito con intensidad 😌.

sábado, 27 de enero de 2024

Trans - Chapter 1

 Empezar a escribir sobre este tema se siente muy retador. Es algo que ha estado en mi vida de diversas maneras, pero que recientemente he tenido el regalo de que una de mis personas más amadas en el universo lo ponga sobre la mesa y me ayude con su enorme sabiduría a contemplarlo.

(Esta es una imagen en Spiderman Across the Spiderverse, en la que invitan a cuidar los derechos de la infancia trans. Qué amoroso este detalle en la peli!)

Por mucho tiempo como humanidad venimos conversando sobre hombres y mujeres, femenino y masculino, roles pasivos y activos... energías, en fin, que danzan de maneras armónicas y violentas dentro y fuera de nosotres. Surgen muchas resistencias en el marco de esa conversación. Surgen señalamientos, victimismos, apreciaciones de qué es bello y qué es feo, de qué es mejor y qué es peor. De quién debe liderar el cambio y quién debe hacerse a un lado. En fin. Hace poco hablaba con mi hermana pequeña al respecto y siempre llegamos a la conclusión de que este tema de cómo se relaciona lo femenino con lo masculino (en abusos, en dones, en amor...) es la base de todo lo que nos ocurre como sociedades.

Y llegamos a la generación Z. A este combo de pequeñes que está dejando de lado esa discusión y se ponen y quitan y cambian camisetas sin ningún temor. En un escenario en el que lo 'trans' tiene un lugar muy preponderante. Lo trans como escenario verdaderamente de tránsito entre mil cosas: maneras de relacionarse con la realidad en lo tecnológico, relacional, corporal, en fin. Un espacio donde moverse de pensamientos, posturas e identidades es permanentemente posible. 

Esta generación que está empezando a explorar esos límites autoimpuestos que tan pocos años de conocernos como sapiens nos han regalado. Roles que nos dijeron que debíamos cumplir y espacios que nos indicaron que debíamos dejar vacíos para el otre porque tenemos más o menos fuerza, una combinación u otra de nuestros cocteles de hormonas. 

Estos nuevos seres llegan a decir, especialmente en este tema de género (también en otros): ¿y qué tal que no sea así? ¿Y qué tal si cambiamos el lenguaje para que algo más diverso pueda existir? ¿y qué tal si terminamos con todos esos azules y rosados que nos mandaron a definir la experiencia de lo femenino y masculino tan tajantemente separada y delineada?
Y viejitos en la RAE y personas por todo el mundo abren sus ojos y dicen que cómo vamos a cambiar, si es que siempre hemos sido así, si las cosas se hacían de una manera... 

Yo misma me he sentido en un lugar de: Wow! ¿y ahora qué carajos voy a hacer con esto?

Pero, a la vez, recibo cada vez más la pregunta con enorme regocijo y curiosidad. En verdad: ¿y qué tal?

En mi experiencia personal, por mi historia de vida, mis preferencias sexo-afectivas, el hogar en el que crecí, el país lleno de padres ausentes que me dio la vida, en fin; he tenido muchas veces que jugar roles que se supone que no eran los que me correspondían como mujer. Seguido he dicho -en broma y un poco en serio- que soy 'el niño' de mi casa y que por eso sé hacer un montón de cosas de manualidades y resolución de problemas que otras chicas de mi misma edad no sabrían - aunque en realidad esto también le pasa a varias de mis amigas -. He clasificado esa energía que me habita, activa, dirigida, como algo que está 'anormalmente' vivo en mí porque hubo un entorno cultural que me hizo creer que algo con eso estaba mal y que a la vez me hizo sentirme profundamente culpable por la persona vulnerable, rosada y un poco superficial que también soy. Esto también les pasa a muchas amigas 🌸. 

(BTW - Hace poco le puse nombre a esa energía activa: Rodrigo. Mi amado Rodri 😉). 

He habitado mundos espirituales que también han exacerbado esa diferenciación, polarizando la experiencia con la esperanza de celebrar esos opuestos y contribuir a la vida. Y luego volteo a ver a estas generaciones nuevas y pienso: ¿qué tal si no es por ahí?

¿Qué tal si podemos habitar esas dos energías y fluir con ellas y polarizarnos, pero dentro de nosotros mismos, para poder sentir el gozo de ser todo lo que podemos ser? Es una conversación que me gustaría abrir en este momento (porque además un querido amigo me invitó a ella), y que espero seguir explorando en este espacio y, si alguien se anima, a llevarla a nuevos niveles y nuevas preguntas. Siento que de eso se trata esta experiencia (y cualquier otra que nos interpele): preguntarnos, conversar las cosas, con apertura y curiosidad y ver qué camino que nos inventemos nos viene mejor. Seguramente no el mismo para todes.

La otra noche veía un programa de mi querido Tony Robins y nos puso a hacer un ejercicio súper poderoso a las miles de personas que le veíamos, sin diferenciación de géneros, con los 4 arquetipos que rigen al masculino - Esto de los arquetipos lo sé porque lo he vivido en mis talleres de tantra- y me encantó que lo hiciera porque me ayudó a hacer conciencia de que mi energía masculina necesita mucho esa nutrición, esa certeza de que está en mí y a mi disposición cuando la quiera, del mismo modo en que la energía femenina está presente en un varón o en cualquier otro ser y a su disposición cuando quiera. Qué lindo pensarnos más allá de ser hombres y mujeres y qué enorme desafío también.

Por hoy, quiero celebrar esa completitud y ese poder de pregunta y conciencia que nos trae lo trans. Finalmente se trata de un tránsito, de la posibilidad de moverse de un mundo al otro con total libertad y con el poder de elegir cuál es la experiencia que queremos vivir. Por eso me ha cautivado tanto esta pregunta, este nuevo universo que se abre en plena llegada de plutón en acuario, que nos recuerda la belleza de lo andrógino y a la vez nos confronta con el miedo de trascender hacia la unidad. Seguimos caminando esta aventura. Mi mensaje hacia lo 'trans' hoy: Gracias por existir.


miércoles, 11 de octubre de 2023

Friends, first and forever (Amigos, primero y por siempre)

Me encanta escribir los títulos de las historias en inglés. Es una inspiración de la adolescencia en la que aprendí por cuenta propia ese idioma, fundamentalmente por amor a la música y después por amor a la magia, y se me quedó mucho tiempo como la lengua en la que pienso en mi cabeza. Posiblemente por eso, hoy cuando conecto emocionalmente con algún tema, el título siempre es en inglés.

El tema del día, como si fuera un noticiero, es este pensamiento que me viene últimamente sobre el amor y la importancia de abrir las infinitas posibilidades que nos ofrece. Y en especial, la reflexión sobre la amistad en el amor, que con los años se me ha vuelto algo de gran importancia, como un paso sin el que me cuesta mucho trabajo continuar hacia algo más...es el resumen del título de esta entrada: we are friends, first and forever. Tengo solamente dos relaciones que en algún momento han sido románticas y que permanecen hoy en mi vida en las que no ocurrió esto de la amistad primero, pero en ambas he tenido que volver a ese lugar, con mucha fuerza (y dolor a veces), para recordarme que estamos acá caminando de la mano, que no vinimos a vivir para nadie, que somos nuestra propia persona y que desde ahí es que podemos compartir. Y ese lugar es el más lindo de todos.

La amistad es ese lugar desde el que podemos acompañarnos y construir vínculos sin que tengamos esta camisa de fuerza del 'tiene que salir de esta manera y si no, salió mal'. Para mí es retador muy seguido, ha sido doloroso muchísimas veces, y a la vez encuentro paz en ese pensamiento y más posibilidades de construir paso a paso y dejarme sorprender. 




Muchas amistades a ratos comentan que hay que tener objetivos cuando empiezas una relación y por supuesto que los tengo, pero si no mantengo abierta la curiosidad y el corazón a quienes amo, si establezco una agenda previa de qué es lo que tiene que ocurrir, pues me pierdo de mucho. Me pierdo del amor, de las aventuras que es posible compartir, de ver a la persona realmente. 

Estos días raros de eclipses, encuentro un bálsamo en este sentir. Y vienen a mí personas que han sido grandes amores en mi vida y con algunos aún puedo disfrutar de este vínculo de amistad. Puedo compartir historias de capitales amadas, hijes adolescentes y saltos en paracaídas. Y puedo seguirles viendo brillar y recibir esa tibieza con la alegría infinita que produce ver felices a las personas que amas. Qué reconfortante es eso y qué bendición que sea así hoy, luego de tanto andar juntes.

Así que amores, primero siempre, siempre la amistad. De allí nace siempre todo lo demás y es lo que sostiene lo que va ocurriendo y será lo que nos quede cuando las drogas del amor dejen de actuar con tanta fuerza, porque la vida de verdad da muchísimas vueltas y no sabemos en dónde nos va a poner. Y si no va a más, también está bien y es un triunfo el conectar y reconocer que eso no pasa tan seguido y que las personas son maravillosas, también en los errores y las distancias y los dolores.

Y... que esta entrada sea un disclaimer, para cuando me ponga punk, o seria o no pueda honrar estas palabras escritas: esto es lo que hay debajo: el cariño, la amistad <3

P.D: Les dejo esta canción de mi amada Taylor, que me resuena mucho en el sentido que he escrito anteriormente. El tema lo sentí conectado primero que todo a Sebastián, quien es mi gran amigo-antiguo amor, quien fue la primera persona que me permitió conocer, experimentar cómo es esto de seguir andando el camino más allá de la historia romántica. Sebas me enseñó a quedarme y a ver la belleza de eso y por eso siento una infinita gratitud!

Y hoy, que seguimos trascendiendo cosas, entonces que esta canción que era para él, sea para todes quienes puedan sentirla suya, porque desde mi corazón, lo es! <3 Les amo!





lunes, 25 de septiembre de 2023

Ser. De la monstruosidad y de no querer cambiarla

 Hoy me surgió una reflexión en torno a este tema de la autoestima, que tiene tanto bombo en el mundo por estos días y más para personas como yo que hacemos cosas relacionadas con el mundo de la espiritualidad. Es complejo este tema de la autoestima en este mundo capitalista donde vivimos, que inevitablemente permea la forma como planteamos la espiritualidad y nuevamente siento que hay aproximaciones que pueden distanciarnos de la vulnerabilidad y compasión y me toca especialmente, por lo que quiero compartir esta reflexión.

La razón por la que me la paso haciendo cosas relacionadas con el tema: cursos, talleres, formaciones, cartas astrales, es porque esta herida en mí ha sido desde siempre un reto enorme. Poder encontrar un lugar de aceptación de mí misma, confiar en mis cualidades y recursos y relacionarme con el mundo desde esa tranquilidad, es posiblemente algo que me tome toda la vida. Desde allí emprendí esta aventura del autoconocimiento atento y he incluso empezado recientemente a acompañar a personas a través de la astrología. El tema es que luego de años de estar en estas, si les soy muy honesta, hay una parte de mí que se sigue sintiendo insegura, que no confía en sí misma ni en lograrlo, que no sabe cómo seguir compartiendo las cosas que sabe ni si lo va a hacer bien. Y es muy posible, que esa parte esté siempre conmigo.

Y siento que si yo le pusiera toda esta presión de lo segura que tengo que sentirme conmigo misma, esa parte saltaría por la ventana o se encerraría en un lugar en el que nadie pudiera encontrarla y me llevaría con ella por siempre. Siento que incluso si le pusiera estos nombres sexys que se han inventado como ello del 'síndrome de la impostora', esa etiqueta se sentiría muy lapidaria para mí. Porque lidiar con aquello que nos duele es complejo, requiere energía de nuestra parte y muchísima compasión. Estos dolores vienen de experiencias que dejaron huellas intensas en nuestra psique y que tienen diferentes grados de profundidad para todes. Y ponerlos en un lugar en el que ratificamos que están mal, que contribuyen a la sensación de ser inadecuades, para mí no ayuda.

Entonces, es posible que para algunes sea sencillo (la verdad es que lo dudo) o que hayan encontrado mecanismos muy funcionales para evitar profundizar mucho en la oscuridad. Pero para otres no, para otres esto sigue siendo un asunto difícil y la presión por 'estar a la altura' del nivel que nos marca el mundo no hace otra cosa que dificultar más vivir con ello. Aleja más de la autoestima de lo que acerca.

Y además, ese lugar de dolor que nunca sana, es también fuente de belleza y conexión. Es el espacio de la melancolía para acercarse al arte, para abrirse a llorar en brazos seguros, para aceptar ese lado profundamente humano, frágil, insignificante que tenemos todos y que no riñe en ningún sentido con la parte luminosa y divina, porque fue a ser humanos a lo que vinimos. Nuestra luz y divinidad es eterna.

De manera que este texto es un elogio de la herida. Es un elogio a esas partes oscuras y dolientes que todes tenemos. Es un elogio de nuestro monstruo. Ese arquetipo tan rechazado por buena parte de la sociedad y por la obsesión con la perfección, y que a la vez entraña tanta belleza. Es la reivindicación de que sanar puede que no sea que eso desaparezca, sino que aprendamos a darle un lugar. 


Hoy leía un texto sobre cómo se ve una mujer magnética y decía que es una que no duda de sí misma, que siempre está bien parada, que brilla sin parar y mi sensación fue: es una mujer que no existe. Pero lo voy a matizar diciendo: es la mujer que no creo nunca llegar a ser. Y mi reivindicación conmigo misma ante eso es: y está bien. Y hoy abrazo a mi monstrua, a mi doliente, a la insegura, a la que no sabe si va a poder. Si me preguntara cómo actuaría con alguien externamente ante esos momentos de tanta vulnerabilidad que llegan en la vida, pues sería así: todo va a estar bien, no lo tienes que saber todo y puedes sentirte del nabo, ni ser perfecta y está bien.

Siento que esta experiencia humana para mí y todo eso de la autoestima se trata mucho de aceptar esas sombras. De ser un unicornio y un monstruo a la vez. Y siento que esos monstruos más que presión y expectativas, merecen mucho amor.

P.D: Ya más para el público astrológico, esto me conectó mucho con Quirón y escribiendo me di cuenta de que el camino de este personaje comienza así: sus padres lo ven monstruoso y desde allí lo rechazan. Y es Apolo, el sol, la reivindicación del Ser, quien lo acoge y lo acompaña a convertirse en un sabio. Qué preciosa metáfora de esto, no? Abrazar desde nuestro ser, desde esa luminosidad a este monstruo, no para querer cambiarlo sino para aceptarlo y dejarlo ser y ver cuánta sabiduría tiene para mostrarnos <3


lunes, 1 de mayo de 2023

Reflexión del mes: Conectar no es lo mismo que amar

 En los últimos meses de la vida he tenido algunas experiencias que me han puesto a reflexionar (y vivir) mucho en torno a la importancia que tienen los vínculos para mí. He tenido algunos encuentros cortos, efímeros, y algunos de mis vínculos más significativos se han visto movidos por la enfermedad, la distancia, la posibilidad siempre presente de la muerte... en fin. Estaba dándole vueltas al tema en mi cabeza, pensando esta entrada, y mi mejor amigo posteó justamente algo sobre esto del amor y bueno... pues fue el empujón que faltaba para empezar a escribir.

Hace algunos años tuve un novio (uno de mis favoritos) que decía, cuando conversábamos sobre el reto que implican los vínculos: "Ay! Human relationships!" Haciendo alusión a lo retadores que son los vínculos, al movimiento interno y externo que implica conectar con alguien, a todo lo que esto nos puede mostrar de nosotres mismes. Yo, personalmente, pienso que no hay nada que nos ponga más en la tarea de vivir que eso: conectar. En eso estamos, permanentemente. De eso en últimas se trata la vida, lo que pasa es que seguido no nos damos cuenta.

Conectamos con el señor del taxi que se pasa el semáforo en rojo y nos dan ganas de darle un tirón de orejas; conectamos con nuestros compañeres de trabajo, nuestros jefes y aliades que impactan profundamente la experiencia que tenemos de cada día; conectamos con nuestros hijes, perres, gates. Conectamos especialmente con aquellos seres que hacen nuestra cotidianidad y que nos dan el privilegio de experimentales de cerca, de irles conociendo con el paso de los días y haciendo otro tipo de solidez en esos ires y venires del tiempo. Por eso es que el tiempo, hace lo suyo.

Y por acá fue donde mi reflexión se inspiró en primer lugar: no es lo mismo conectar con alguien que construir un vínculo, que amar. 

Muchas personas con las que he hablado del tema, que me han leído acá, que han visto mi tatuaje, saben que comprendo el amor como la fuerza que mantiene todo en movimiento y que impregna toda la existencia: el amor es todo lo que existe. Sin embargo, eso es un nivel de la comprensión. Yo creo, firmemente, que hay un propósito de amor en todo lo que ocurre, en lo lindo y lo feo, en lo gozoso y lo doloroso. Eso no quiere decir que no implique cierto nivel de conciencia el darte cuenta cuando estás causando daño. Por eso, no podemos equiparar amor con daño en nuestro diario vivir, pese a que en el fondo, ambas pertenecen a lo mismo. Esto es lo mismo que sucede con esto de conectar y amar: siempre, en cada conexión, podemos poner de manera consciente amor. Esto no es lo mismo que vincularse, que construir amor.

Porque la construcción de los vínculos, el cultivo del amor, toma tiempo. Toma tiempo para que podamos salir de las máscaras iniciales, de aquello que mostramos para vernos siempre lindes. Toma tiempo para calibrar las diferentes maneras de expresar ese amor: ¿cómo cuadran los lenguajes diferentes entre personas? ¿Cómo incursionas en el mundo de otre y te vas dando cuenta de dónde vienen sus maneras? Eso no ocurre en dos citas, querides lectores. Eso implica conversaciones largas, caminatas, días. 

Conlleva, además, curiosidad. Esta curiosidad a veces está impulsada por atracción sexual, otras veces por afinidad intelectual, otras veces por consanguinidades... En fin, hay algo que nos mantiene allí a lo largo del tiempo, a veces el suficiente para que la conexión trascienda y se convierta en algo más, en ese vínculo que ya no nos permite irnos de allí de un momento a otro, ya no es un: "sabes qué? esto se ha complicado mucho y no quiero enredarme la cabeza, así que mejor dejemos acá". Eso es un escenario en el que la curiosidad se ha ido o el miedo a vincularse ha podido más que esa curiosidad, o han llegado nuevas curiosidades que restan peso a la que estaba ocurriendo, las causas pueden ser muchas, pero lo cierto es que se corta la posibilidad del vínculo.

Pero la curiosidad es tan importante... porque cuando habitamos el proceso de vincularnos desde ahí, le damos tiempo al vínculo para que sea lo que tenga que ser. Porque estamos allí, disponibles para descubrir al otre y que se vuelva el gran amor de nuestras vidas o un gran amigo o un gran colega o un gran hijo de puta que no queremos volver a ver. Pero le permitimos que signifique algo para nosotros. Es tal cual lo del proceso de domesticación del principito y el zorro. No hay otra forma. Si no nos quedamos, si no damos tiempo, fue una conexión efímera, en ocasiones linda como cuando alguien te gusta y salen por un par de cafés y no pasa de allí; en ocasiones desagradable como el paseante que te bota una frase soez; en ocasiones simplemente una anécdota en la vida: la vez que llevé a una cita a un cumpleaños familiar y nunca más le volví a ver.

A lo largo de los últimos años en mi vida he podido experimentar esto del reto de los vínculos, muy especialmente en algunos románticos, con personas que se han dado la pela por quedarse y bancarse la transformación (junto conmigo, por supuesto). De ahí surgió el vínculo bello que tenemos hoy con el papá adoptivo de mi hija, que fue por muchos años mi compañero de aventuras de toda la vida. De ahí surgió también que uno de mis grandísimos amores de la vida, sea hoy la persona con la que compartimos profundas reflexiones de la vida y la política y que comprende muchos de mis sentires con casi apenas dos frases. Nos domesticamos. 

Mi mejor amigo ponía en su reflexión que cuando el amor es, es para siempre. Se transforma, se vuelve otras cosas, pero es innegable porque ya se ha puesto tiempo, energía, cuidado en ese vínculo. Ese vínculo existe, ese amor existe. Y qué fortuna cuando eso pasa, porque significa que se trata de amor correspondido.

Esa fue la otra parte que inspiró esta entrada. El valor de ese proceso, de quedarse, de apostar por esa curiosidad y construir. Nunca sabemos lo que estamos construyendo. Hace cinco años me encontré un personaje en un bar y luego, con tiempo y curiosidad, se volvió mi amigo, mi amante, mi cómplice. No lo vi venir, no pude saber que así sería, simplemente me quedé, le di espacio. Un día de julio de 2006 decidí dar espacio a un bebé en mí. Ese vínculo se volvió la aventura más linda, interesante y feliz de mi vida. Y también pudo ser un desastre. El tiempo es el que dice estas cosas, el tiempo y, por supuesto, nuestra decisión. Esto último es crucial, porque es esa decisión, consciente o inconsciente, la que permite que el vínculo se dé. Si nos vamos, si decidimos desistir, no ocurre.

Por eso (última motivación de esta entrada) cada vez que veo estos videos de 'hay que aprender a soltar', es importante recordar estas diferencias entre un vínculo y una conexión. Porque fácilmente, y lo digo como una persona evasiva, nos ponemos en esa línea para evitar el amor. No es lo mismo aprender a desapegarte de un vínculo que has construido, que te ha tomado tiempo. Ese desapego puede implicar distancia física, cambio en los términos del relacionamiento, múltiples transformaciones, en fin. Pero es real ese desapego, porque primero te apegaste. Y no hablo del apego romántico y superficial de 'acabo de conocer al amor de mi vida' (que, por qué no?), sino de ese apego que se construye desde el amor, ese que nos tiene acá como especie, ese que no es tóxico, en contra de todas estas frases de moda según las cuales todo proceso que nos vincule es tóxico (Es exitoso el capitalismo en su discurso, ala, nos rompe, nos lleva a creer que no somos mamíferos, pero va a ser que sí...).

Porque quedarse, amar, construir, no es fácil, pero es seguramente lo más bello que podemos regalarnos. Implica retos, paciencias, negociaciones. Implica ver aquello que no es lindo en el otro, aquello que no te gusta y quedarte. Implica, igualmente, dejarte ver y correr el riesgo del rechazo. Amar, vuelvo y lo digo como persona que he sido muy evasiva, da mucho miedo. Implica aceptar las transformaciones del vínculo y aún así persistir y eso es bien retador. Cada vez ocurre más, pero no ha sido siempre así... 

Amar es todo el paquete, no solamente las partes lindas y una vez que ya no sientes absoluta comodidad entonces te vas. Y qué bueno que no es así, porque si hay un lugar bello para habitar es ese espacio en el que nos sentimos aceptades y en el que podemos aceptar a les otres. En el que con los malgenios y desilusiones (inevitables desilusiones) sabemos que amamos a ese ser porque simplemente es, por el privilegio de tenerle en nuestra vida. No creo que haya alguna persona en el mundo que tiene vínculos significativos que no le han implicado retos o movimientos, qué triste sería la vida si eso no pasara. Amar, en últimas, nos implica una profunda vulnerabilidad y pues llegar ahí, tiene su proceso, al menos para algunas personas como yo.

Hace poco hablaba de esto con Victoria, de las llamadas 'complicaciones' que surgen en la vida (que es la vida, vamos...) y le decía eso, que ella, como ser, nunca me ha parecido complicada. Han surgido retos, aventuras, cosas que no sé cómo hacer, miles y miles de preguntas que impiden que me aburra un solo día, que me han ayudado a crecer, a tener perspectiva. Pero ella nunca, porque de eso se trata el amor. Ojalá pudiéramos amar a todes como amamos a les hijes <3. Confesión: no es así para mí hoy, sigo aprendiendo <3.

Como cierre a esta reflexión, que me ha movido bastante en estos tiempos de eclipses y vínculos (y además Caparrós me tuvo pensando mucho en colectivo), quiero celebrar a esas personas que se han quedado y celebrarme a mí por hacerles caso y quedarme. Celebro mucho esos amores correspondidos: hermanas, amistades, colegas, amores románticos. Les amo profundamente y amo cada paso de la historia que hemos vivido. Celebro las cercanías y distancias, las conversaciones difíciles, las peleas y las reconciliaciones. Gracias por estar en mi vida, por apostar por este vínculo, por darse el tiempo y la curiosidad de conocerme y por otorgarme el privilegio de conocerles también. No lo cambiaría por nada del mundo.

¡Qué viva el amor!


P.D: Esto también es para esos vínculos que estuvieron muy cerca y hoy están lejos. No me olvido un instante de lo compartido y tienen siempre, por siempre, un lugar en mi corazón. 

Y para ese que tengo en crisis: irmazinha, te amo y también amo este tiempo de reflexión y transformación.