domingo, 15 de enero de 2023

Estar en la herida

Hace unas semanas estuve en un espacio de compartir con algunos de los seres que más amo en la existencia y ocurrió una situación que ha motivado esta entrada, pero que me recordó otras muchas, propias y cercanas (y lejanas) en las que alguien estaba muy herido internamente y eso hacía su relacionamiento con el entorno muy difícil. 

He escrito acá que hace algunos años pasé por un momento de depresión muy complejo en mi vida. Durante ese tiempo, no tenía herramientas para pedir ayuda ni para acercarme a nadie. Todo lo que podía/sabía era poner barreras a mi alrededor, con la esperanza de que eso ayudara a que me doliera todo menos. Y no funcionaba, claramente, así que reforzaba ese mismo patrón, una y otra vez. Toda esta coraza parecía tener canales de conexión directo a mis más profundos dolores, de manera que cualquier palabra, gesto, pregunta que se hacía a mi alrededor parecía tener todo que ver conmigo, era una afrenta, un golpe, una mirada de reprobación que me hundía más y más en esa coraza y que me alejaba más y más del mundo, de las personas que yo amaba. Y siendo muy sincera, pese a que buscaba y buscaba, no encontraba la salida de allí. Así sentí a una de mis personas amadas en este día, sentí que pasaba por un momento así, y que está allí hace ya un tiempo.

En aquel entonces, lo único que pudo salvarme, lo único que realmente me ayudó a dar un giro a eso, fue que mis personas amadas pudieron bajar sus propias barreras y tenderme la mano, incluso en aquellos momentos en los que yo quería herirles, en que les quería enviar lejos de mí. Tuve mucha suerte, porque estas personas, ante la evidencia de mi impotencia, al ver que no había ganas de dañar sino simplemente un enorme dolor, pudieron parar sus propias prevenciones. Realmente no sé cómo lo lograron... Siento que el poder del amor es infinito y también algunas personas nacemos con suerte. Hubo mucha rendición en ese momento. Una noche de cervezas en las que mis papás aceptaron completamente cómo me sentía. Un par de tés con mi mejor amigo en el mundo, que con los ojos aguados me pidió que le diera una oportunidad a la vida. Una hermana que en la distancia me enviaba su complicidad y su no juzgarme. Cosas simples en realidad.

Ser vulnerable es una de las cosas más difíciles para nosotros como seres humanos. La mayoría nos tomamos años en lograrlo, si es que alguna vez nos ocurre. Esa era mi situación en ese momento. No supe cómo bajar las barreras, estaba agotada en mi propio laberinto hasta que me quedé sin aire. Y fue, como les digo, el amor de mis amades, su humildad, su dulzura, lo que me hizo posible despertar. Obviamente todo en el marco de la infinita misericordia de Dios.

Fue por eso que al encontrarme con el dolor de una de mis personas más queridas y su reacción a sus propias heridas, me conmovió profundamente. Me sentí muy agradecida y esta entrada es principalmente un acto de gratitud y reconocimiento a esas personas que pudieron quedarse. No siempre es posible, y no porque haya maldad en quienes se van, es que al amar ponemos la piel allí, el corazón abierto y pues eso implica que lo que el otro hace nos toca intensamente. Y cuando hay rudeza, pues duele mucho más. Las personas que pueden hacer eso, pueden porque así son. Y es bien divertido que pocas veces se enteran de ese impacto tan bello que tienen. Cuando empecé a escribir esta entrada, en medio de mi conmoción de haberme dado cuenta de la importancia de esto en mi vida, compartí mi gratitud con un par de estos personajes y fue como: 'obvio, para eso estamos'. No es tan obvio, qué valientes que son, gracias por existir.

Pero también es un recordatorio para mí, para quienes sufren, para quienes acompañan, de que el amor es el camino. Que abrir el corazón duele y a la vez es lo que ayuda a que el dolor vaya sanando, a que se abran nuevos caminos y posibilidades, es lo que nos transforma y permite que esas barreras dejen de estar en nuestra contra. Que estar en la herida, allí, sin defensas, es algo tremendamente poderoso en nuestra experiencia humana. Y que cuando podemos quedarnos y bajar nuestra prevenciones por el amor por otro ser, de manera genuina, sin esperar nada a cambio, estamos haciendo el trabajo de Dios en la tierra y podemos realizar milagros que no podemos imaginarnos. Eso fue lo que yo recibí.

Siento que hoy sigo en esto de aprender a bajar las barreras. Siento que aún es importante para mí recordarme, día por día, que el amor es lo único real, lo único que existe y la fuerza más poderosa del universo. Y que en la medida de lo posible, esto es lo que quiero hacer por quienes amo, con la oración en el pecho de que eventualmente estas personas puedan confiar también y abrir su corazón, así duela.

No es fácil y tampoco hay prisa. Lo que sé con todo el corazón, es que solamente esa dulzura y esa disposición, lo hacen posible. Para rudeza, la vida ya tiene suficiente, ser dulces con quienes amamos es un regalo gratuito que hacemos y que nos hacemos.

Gracias amores, por estar, por quedarse, por amarme tal como soy. Sin ustedes, yo claramente no sería.
Te amo persona amada, y acá voy a estar, con el corazón abierto.