viernes, 6 de julio de 2018

El Libro de la Gratitud Capítulo 10: Las amigas


Empezamos otro camino en el libro de la gratitud. Hasta el momento se trató de la familia, de las personas que 'siempre' han estado, incluido Sebastián.

Pero hay otros lazos, otros vínculos que no estuvieron siempre, que se han ido descubriendo conforme la película ha ido avanzando... Creo que son las cerezas en el pastel que es la vida que nos fue dada... y me gustaría comenzar por las más dulces de todas: Las amigas!

En la vida de muchas de nosotras, las mujeres, es fácil recordar esa primera persona que vimos en un parque, en el colegio, en una fiesta de cumpleaños: esa niña que con naturalidad se abrió a compartir un dulce, una canción, una pelota y que se quedó con nosotras por mucho o poco tiempo. Recuerdo ahora mismo algunos de esos nombres: Yuly (caray, que ahora es Tatiana), Lina, Liliana, Alba, Mónica, Angélica... Personas que brillan aún en mi memoria y en sus vidas.

Y hay otras, que ya vinieron más grandes y que para mi gran alegría, se han quedado. Cada una de ustedes merece un post, pero no quería postergar más la entrada, así que las voy a relacionar en esta bella ronda femenina que han creado en mi vida.

Como un círculo no tiene inicio ni fin, no sé quién vino primero o cómo fue que se fue quedando. Pero puedo empezar por esos nombres que aparecieron poco a poco en torno a la Universidad Nacional... podríamos empezar por el de Angélica, mi adorada Atreyu #2 (ya vimos que la #1 es Victoria). El encuentro ocurrió en un pequeño salón del edificio Manuel Ancízar, de unos enormes ventanales, que facilitaban la desconcentración al observar el lindo y verde paisaje. La naturaleza fresca contrastaba con la sensación pesada de las horas que pasaban algunos compañeros, discutiendo si era mejor utilizar la palabra imperialismo en lugar de globalización. Me gustó mucho de Angélica que siempre utilizaba muchos y diversos recursos para lidiar con lo diferentes que éramos las personas que acudíamos a su clase de 'contexto'. La amistad surge de formas tan extrañas... y la nuestra empezó porque encontré en ella un corazón que estaba dispuesto a comprender al mismo tiempo el riesgo físico que corría la vida que cargaba yo en ese momento en mi vientre; y el dolor que me atravesaba al perder con esa decisión a mi primer amor. Nunca dijo nada, simplemente estuvo allí con su linda sonrisa y eso nos hizo buenas amigas. 

Adoro hablar de ella. De su corazón gigante y generoso, de sus maneras suaves y respetuosas, de su lucha incansable por dar a luz y mantener iniciativas llenas de vida y a la vez su incoherencia al expresar su poca fe en la humanidad. Angélica es una de mis maestras y de mis mejores amigas, esas mujeres a las que una admira y da gracias por tener el privilegio de poder compartir pequeños ratos de su existencia.

Otra de mis historias de la Nacho surgió una tarde en la que me dio pereza entrar a clase de 6 de la tarde y tuve la fortuna de que Carolina se sintió de forma similar. Nos quedamos en la mitad de las escaleras de la mitad del edificio, hablando del amor y de los sueños que teníamos a nuestros tiernos 16 años. Ya la había visto antes, incluso habíamos cruzado un par de palabras. Carolina daba miedo, no tenía mucha disposición de permitir la cercanía de la gente... Pero ese día, entre historias de Verónikas y García Márquez, encontré uno de esos vínculos que habría de esmerarme en conservar. Las vueltas que da la vida nos han traído a charlas en medio de la ropa de los niños y en el balcón mientras nuestros hijos conocen un vínculo que los une desde mucho antes de nacer. Caro es una de esas mamás con las que todas soñamos ser. La paciencia que le falta con la gente del común le ha sobrado con sus hijos y se ha expresado en creatividad y recursos infinitos para comunicarse con ellos y hacer su vida más linda. Siempre hemos sido la mancha amarilla en el mundo rojo de la otra, ese pedazo que nos lleva a decir: ¿Cómo fue que terminamos siendo amigas? Pero así es... Y con los años y los cafés y mis ensaladas de pepino y aguacate ('Oye! Sí sabía rico!), los cumpleaños que siempre son el 16 de octubre y los pequeños corriendo por las casas de ambas,  hoy somos todo este amor que nos une y que nos da un poco más de confianza para conectar cuando es difícil hacerlo con alguien más.

Y la ronda se amplió mucho más en la UNal con mis amigas adoradas, que no contentas con animar fiestas en el frío de la Castellana y al final de la ciudad, también se bancaron la paciencia para atravesar mil trabajos en grupo hasta que por fin se nos dio lo de recibir el título de 'Politólogas'... Paloma, Clau, Juliana, Andrea, Andre, Liz... Son amistades que trascienden el tiempo y el espacio. Muchos momentos felices vienen a mi memoria. Estar en medio de mi casa vacía y fría en Toluca y luego viendo plantitas de invernadero y plantas de cerveza con Juli; o vino y un par de quesos en algún cafecito de Montmartre y luego bailes felices animados por el amor transatlántico de Liz; o la escucha sonriente y silenciosa y de ojos grandes de Paloma; o las flores bonitas en esos momentos en que las que han tomado ese camino, han hecho sus promesas de amor a compañeros maravillosos. Me sigo sintiendo en casa cada vez que comparto con ellas, como si fuéramos las mismas que perdían la noción de la realidad casi a las afueras de la ciudad por el norte :) Su apoyo en mi camino como mamá, como profesional, como amiga, ha sido un tesoro que quiero seguir nutriendo en cada novena bailable o matrimonio en algún lugar del planeta, o fiestas de 15 años que vengan.

México lindo, querido...y feminista

La vida es generosa y mi ronda por ello se extiende más allá de las fronteras de esta linda Colombia... Hace unos años la vida quiso que me encontrara en otras tierras y que pudiera conocerme a través de los ojos de corazones nuevos, de hombres y mujeres. En ese camino vinieron a mí mujeres que no tengo cómo describir... libres, amorosas, generosas, inteligentes... Pero sobre todo, no tengo manera de agradecer lo mucho que nutrieron mi ser, mi mente, mi corazón. Me descubrí feminista en medio de las charlas interminables sobre la desigualdad y la experiencia cotidiana de ser mujer, alrededor de un tinto o una cerveza. 

Un universo de posibilidades se abrió a través de esas manos que preparaban comida al son de la buena conversación. Todos los tipos de ser fueron en ellas: Rosi y su paciencia y cariño al seguirme en mis locuras en la maestría; Ele, que me sirvió de espejo cuando decidí dejar atrás por un tiempo mi cabello, con su manera de reafirmarse irreverente, sin límites, enamorada hasta los huesos de su Mane; Jeza, tan bien puesta, tan mamá, tan esposa, tan lideresa, con sus palabras de consejo serenas pero determinadas; Chío, pura intelectualidad y al mismo tiempo con su bondad; Ana, tan brillante, tan libre, tan profundamente sensible; Rozarito con su amor y cuidados desmedidos en medio de pasteles; y mi adorada Isa, que me abrió ese mundo con sus tecitos, sus cafés y sus quesadillas con quelites recién cortadas. Isa corazón grande, seria, muerta de risa, mi bella amiga, la pura maldat.  No hubo un momento de aburrimiento, no hubo descanso en el asombro que implicaron estas increíbles mujeres, encontré su acogida incondicional a mi maternidad, tanta receptividad. 

Y finalmente, las nuevas amigas, las del mundo de la profesión en forma, de la nueva aventura que se mueve hoy por hoy en mi historia. El mundo que hasta ahora he elegido para crear, me ha llevado a conocer seres de profunda nobleza, que de verdad ponen el corazón en el día a día, que inspiran con sus vidas. No hay cómo hacerle con los favoritos, pero me encanta pensar en la mija Lauris y lo felices que fuimos al encontrar, la una en la otra, un lugar mexicano que compartir en Bogotá y las mil trasnochadas sostenidas sólo por la fe en el trabajo bien hecho; y Caro M y su conciencia al identificar en qué punto de nuestros dolores conectamos, pese a ser tan diferentes... sus consejos bonitos para mí y para mi pequeña, su generosidad a la hora de ser anfitriona, su confianza a la hora de compartir el camino que le llevó al amor; Kellys Navaja y su alegría despampanante que le ha ganado fotos con presidentes; Jhova con esa mezcla entre cómplice y mamá que cuida y va guiando en esta ruta que he elegido; Vivi y su determinación en sus posturas; y mi Cata adorada... ese sabor chocuano envuelto en un paquete de ojos grandes y claros que ha sabido apoyarme en túneles oscuros hasta que he llegado al final. Se me quedan muchas personas por fuera...

Gracias a todas por su presencia mujeres queridas, valientes, amorosas, inteligentes. Ustedes me han enseñado la mejor lección y uno de los valores más importantes de mi vida: la sororidad. No hay otra manera de aprender eso... hay que permitir a las mujeres entrar en la vida de una y llenarla de brillo y color. Aprender a valorar la belleza, el cuidado, la entrega que esa presencia trae. Gracias por la vida que han compartido conmigo, por los caminos cortos o largos que hemos transitado, por la paciencia y las discusiones. Gracias por existir y por permitirme ser parte de esta aventura colectiva que es encontrarse mujer en este mundo. Les quiero con todo mi corazón!!!