jueves, 22 de mayo de 2014

Sobre la familia

Acabo de encontrarme en facebook un artículo mormón sobre cómo mantener una familia unida y un matrimonio estable. El artículo hace una apertura en la que plantea que con la sociedad actual, muchas personas se preguntan sobre esta posibilidad. La imagen que guía a los lectores al 'click' es una sonriente familia de un padre, una madre, un niño y una niña, creo que faltó el perro...

Ver esto me ha recordado una importante y corta conversación que tuve con mi propia hija anoche. Para contextualizar, soy una madre soltera y muy joven. Tengo una hija de 7 años y yo tengo 26. Su papá  vive lejos de nosotras (en otro país) y acaba de conformar un nuevo hogar, uno así de mamá, papá y la niña, lo cual ha generado muchas preguntas en el corazón de mi pequeña que no lo tiene cerca.

Ayer, en un momento de angustia, ella me dijo que quería tener una vida normal y su definición de esa situación era la de papá, mamá, hermanos y una mascota. Así me lo dijo.

Cuando veo este tipo de publicidad, aclarando que respeto profundamente las opciones religiosas y que yo misma soy muy creyente, no puedo dejar de pensar en todo el daño que le hacen esos prototipos ideales a la sociedad y a los corazones de las personas.

No creo que si revisáramos las cifras (y prometo hacerlo en una próxima oportunidad para los y las lectores/as interesad@s) la mayoría de familias en el mundo tuvieran las características de la foto. La diversidad es muchísimo mayor.

Anoche, cuando respondí a la angustia de mi pequeña, le dije que ella tenía una vida y una familia normal y que recordara que existen muchos tipos de familias... Entre las que mencioné estamos los padres y madres solteros y solteras, los padres y madres viudos/viudas, las familias heterosexuales que han logrado consolidar una unión estable y deciden tener hij@s, las familias homosexuales que han consolidado una unión permanente y deciden tener hij@s, las familias en las que los abuelos han asumido la crianza de sus nietos y sé que se me quedan muchas por fuera. 

Pensar en la familia hoy en día es un aspecto fundamental, porque allí se construyen muchos de los valores que van a guiar el accionar de los individuos en la sociedad. Sin embargo, parece ser un tema que ha sido tradicionalmente de los sectores de la derecha, quienes se niegan a pensar en otras posibilidades más heterogéneas de este núcleo. Y los hemos dejado hacerlo. A pesar de que existen muchas disertaciones académicas y reflexiones sobre la familia, estas discusiones continúan siendo una propiedad de los cultos religiosos, que son los únicos que se pronuncian de manera contundente sobre cómo debe ser LA familia y que además pueden guiar a las personas a comportarse de un modo o de otro. 

No voy a negar que existen algunos intentos en algunos cultos de ampliar sus concepciones, incluso, podríamos decir mejor que hay más opciones personales de los representantes de varios cultos que les llevan a abrir brechas en los discursos oficiales, pero en el discurso hegemónico sigue prevaleciendo la familia heterosexual.

Sin embargo, esa familia tiene un montón de desafíos que enfrentar y que no ha mirado de frente por estar atrapada en el ideal de perfección. En nuestra sociedad, el hecho de contar con una familia que conserve a ambos padres (ojalá biológicos, pero desde que sean heterosexuales, vale la adopción) en una unión de pareja estable, es una garantía de que las cosas funcionan, de que se está en una familia 'normal'. Pero qué poco nos preguntamos por la felicidad y por el cuidado de las personas que integran estas familias.

Con frecuencia, con mucha frecuencia, existen agresiones de distintos tipos entre los integrantes de la pareja, de los padres hacia l@s hij@s, de l@s hij@s hacia los padres, pero estas son conductas socialmente muy aceptadas ya que hacen parte del ámbito de decisión privada de esa familia que está 'bien' conformada.

¿Y entonces por qué no existe la misma libertad de decisión para las familias que conforman las parejas homosexuales? 

...

En este aspecto del maltrato, nuestro extravío en los valores (que la gente encuentra solamente en las tendencias conservadoras) nos ha llevado a creer que era mejor la forma como se hacían las cosas 'antaño'. He encontrado en varios amigos afirmaciones que indican que son buenas personas como resultado de castigos con golpes que sus padres efectuaron contra ellos, en lo que es un intento de contraste con las generaciones actuales que muestran tan poco interés por el mundo (eso también lo he percibido, no lo niego). Allí lo que yo veo personalmente es una negación a un esfuerzo creativo de nosotros como nuevas generaciones y un hacer lo que es 'más fácil': volver a lo conocido.

Pero la perfección de la familia heterosexual y los métodos de educación de antaño, no se preguntaban por el amor, y nosotros no nos preguntamos si eso es lo que está faltando, en lugar de más violencia. En esta añoranza de lo conocido, no hay cabida para preguntar por si es importante dejar florecer a las personas en lo que ellas sienten que son, porque la seguridad que da la uniformidad es algo a lo que tendemos a regresar, porque no nos queremos preguntar esas cosas. En este camino no hay espacio para innovar, para cuestionar pero a partir de propuestas distintas, no de quejas sin fin que no llevan a ninguna parte.

Hace algún tiempo, discutía con una persona muy importante para mí que nos encontramos en un cambio de paradigma, en todos los aspectos de la existencia humana, y lo que reflexionábamos es que los cambios de paradigma tienen unas fases que implican acciones distintas. En el siglo XX asistimos al momento de la 'ruptura', de decir que todo estaba mal (en muchos aspectos), de pedir más libertad, de empezar a cortar las cadenas que nos ataban al machismo, al totalitarismo, de pedir que todas las personas no incluidas dentro de ese ideal 'occidental' cupieran en el mundo.

Pero nos ha llegado la hora de empezar a pensar en cuáles son las alternativas a eso, en qué es lo que vamos a proponer más allá de decir qué está mal. Con la familia nos está pasando lo mismo. Rompimos con el ideal de familia heterosexual porque no era incluyente, pero ahora que no sabemos hacia dónde caminar, entonces queremos volver a lo conocido, a la exclusión, porque de todas maneras la familia sigue existiendo y sigue siendo importante, y en lo personal, creo que debe ser así. Pero como decía otra amiga muy querida, la conciencia implica responsabildad y ya sabemos que la exclusión en la que veníamos (y seguimos en muchos casos) hace mucho daño.

Hace tanto daño como para que una niña de 7 años se sienta que no está en el lugar correcto en el mundo porque su núcleo no se compone de esos factores que el mundo le dice que debería tener... Le hace daño a las personas que intentan otras opciones de familia, que lo ponen en práctica y que les es difícil encontrar espacios de aceptación para su manera de existir. Como he venido diciendo, eso pasa en muchos ámbitos de la vida.

La imposición de roles y modelos es algo que además tiene muchas otras consecuencias para la familia. Las tiene para las parejas que deciden no tener hij@s y son cuestionadas por no responder con su obligación 'natural' de reproducción; para las mujeres que quieren ser madres y se encuentran con un mundo laboral hostil a esa opción, para las mujeres que no quieren ser madres y son juzgadas por 'antinaturales'. Tiene unos costos enormes en términos del desarrollo libre del ser humano, que fue la promesa que el neoliberalismo nos hizo, pero que con cada vez más fuerza nos muestra que no tiene la disposición de soltar las cadenas y por eso ha encontrado un terreno fértil en todas las posturas conservadoras en el mundo (ya sea de derecha o de izquierda). Pero las cadenas están rotas para muchas personas... Lo que nos hace falta es saber cómo soltarnos los grilletes nosotros mismos...

Finalmente, quisiera invitar con esta reflexión a pensar en el amor como la base para construir. Contrario a lo que nos dice la razón, que debemos encontrar primero todos los argumentos y motivos racionales posibles, que debemos identificar claramente qué ganamos en cada aspecto de la vida de manera racional, el amor es un terreno de lo 'no exactamente racional' que puede aportar luces en este cambio de paradigma. Yo creo que en todos los espacios de la vida, pero muy claramente en este de la familia.

Quiero invitar a pensar si dando más amor ¿no podremos lograr que las nuevas generaciones crezcan más sanas emocionalmente y tengan más herramientas para interesarse por el mundo y por involucrarse en este cambio? Si sabemos que hasta las plantas reaccionan positivamente al buen trato, si el amor, así no esté científicamente comprobado (aunque hay indicios de que sí lo está...) ¿puede ayudarnos a encontrar un camino en medio de tanta muerte, odio y guerra?

En este mundo donde con justicia los individuos han encontrado un lugar para existir, es necesario un espacio amoroso de desarrollo para los seres que nos permita comprender que no somos iguales y que no es deseable que lo seamos, pero que los valores de la solidaridad, del mutuo cuidado, de la comprensión pueden darnos mejores resultados para nuestras sociedades, para que puedan crecer en mayor igualdad y justicia.

Mi amigo muy importante, que es una persona que vive con base en la racionalidad, me dijo que la teoría de juegos misma dice que sí, que la cooperación es el camino con mejores resultados para tod@s.

Ante el escepticismo que gobierna el mundo hoy en día, que nos lleva al camino del 'no hacer', del levantar las manos y dejar que las cosas sigan pasando, yo hago mi voto de confianza por la reflexión responsable y por el amor como guía de las decisiones que tomamos. No hablo del amor de Disney (aunque el que nos muestran Frozen, Valiente y otras de Pixar podría ser), hablo del amor del compromiso (que no es lo mismo que obligación), hablo del amor de la decisión, de la responsabilidad, del hacernos cargo, ese amor, estoy convencida, puede cambiar el mundo... 

La familia sigue siendo un espacio de gran importancia para la sociedad, es uno de los primeros espacios en los que nos definimos como personas, donde aprendemos a relacionarnos con los las las otr@s, es un espacio que debemos cuidar y cultivar, cualquiera que sea nuestra opción de familia. Nuestr@s hij@s se merecen una oportunidad de crecer en ambientes sanos y donde se sientan aceptad@s, donde no tengan que temer quienes son o sentir que no encajan en el mundo. Hay que darle la cara a esos prototipos ideales desde el amor y la comprensión, desde saber que eso está ahí para que impedir que la vida se mueva...y sin embargo...se mueve :)

P.S: Y para rematar, pienso en esto en mi país donde la extrema derecha quiere volver a imponer su uniformidad militar, su pensamiento estricto e inamovible, su violencia en todo el hacer, su 'mejor quédate callado que yo lo voy a hacer todo por ti' y aprovecho para invitar a que detengamos esa avanzada, porque no solamente se juega la posibilidad ya cercana de firmar la paz con un actor muy antiguo del conflicto, sino una visión de mundo que nos lleva varios siglos atrás en la que solamente se era normal si se era hombre (o mujer sumisa y obediente), blanco, adinerado y conservador... Ese mundo del miedo, que es el mundo que el amor tiene por transformar.