jueves, 13 de enero de 2022

Mi nota feminista del mes: La puta

Decía mi amado zorro del principito, que el lenguaje es fuente de malos entendidos. Y lo decía en el contexto del amarse con alguien, de querer compartirse y conocerse.

Hace un par de días hablé con una de mis personas amadas y me recordó esto en torno al arquetipo de La Puta, que, para quienes venimos explorando nuestra relación con lo femenino y resignificando lo que milenios de patriarcado han hecho, es un arquetipo muy interesante y fuente de mucho poder. La conversación me llevó a conectar con la culpa, con el no ser suficientemente buena, bien portada, acorde con las expectativas... para ser amada. Me trajo también una frase de Anaís Nin (otra puta) que me gusta mucho: 


Me movió. Me gustan estos movimientos. La rendición es un espacio en el cual aprendemos infinitamente. O así ha sido para mí... Hoy es así, escribo desde allí. 

Y entonces decidí retomar la conversación que tenía conmigo misma en la época en la que el lenguaje fue fuente de malos entendidos con mi persona querida. Debo decir que fue un momento particularmente atribulado, damas y caballeros. Hacía todo lo posible por conectar con la gratitud entonces, pero fue por esos días en que estuve en el borde de la navaja entre la vida y la muerte y todo mi entorno conmigo. Siento, ahora que lo pienso, que La Puta me dio vida, me dio coraje para seguir, cuando sentí que ya no podía más. Y por eso quiero compartir un poco sobre este arquetipo, para quien le pueda servir.

Desde el punto de vista de la espiritualidad, el arquetipo de la prostituta se asocia a los chakras básicos: el 1 y el 2. Sí, damas y caballeros, que con qué se come eso... Pues, los chakras son centros energéticos que tenemos en nuestro cuerpo y el 1 y el 2 tienen que ver con nuestros miedos y nuestra vergüenza, nos ayuda a trabajar con esto. Y también con nuestra conexión con la vida: la supervivencia, el enraizamiento que tengamos, nuestra sensación de pertenencia y nuestra apertura al placer, por supuesto. Y al dolor, también, son caras de la misma moneda. El chakra 2 nos habla además también de la conexión con las demás personas, de nuestras relaciones.

Como una aclaración que pareciera innecesaria, pero no lo es, este arquetipo tiene poco que ver con dedicarnos a ejercer la prostitución como negocio sexual o con ir a acostarse con muchas personas. No es tampoco una invitación, como si fuéramos personas disponibles para cualquiera, a que violenten nuestros límites. Y hago esta aclaración porque desde la imaginación que viene de nuestra formación patriarcal y desde el miedo que ha insertado en nosotres, la puta asusta tantísimo, esa idea de una mujer completamente liberada, que surgen tres caminos imaginarios posibles: o la mujer carece de valor porque va por ahí acostándose con todo lo que se le pase por delante (en la imaginación de quien tiene miedo); o esa mujer está disponible para cualquiera que quiera o le den ganas (y ya hemos visto las consecuencias de esto: violaciones, abusos, acosos); o esa mujer es demasiado libre, imposible de asir, imposible de amar. Esto desde una mirada más bien desde el otre. 

Y tiene su extrapolación a la mirada interna: no valgo porque mi cuerpo me define y al tener contacto sexual, me desvalorizo; no sé poner límites y permito entrar a personas que realmente no quiero; soy libre y por ello estaré sola siempre. Fuerte, no?

Esta imagen nos ayuda a comprender por qué es un arquetipo tan importante de integrar. Porque hay demasiado tabú sobre ella, sobre el placer, sobre el disfrute. La libertad se confunde con libertinaje. Nos vemos como animalitos sin autodominio (a veces lo somos), que una vez que podamos ir a hacer lo que nos dé la gana, entonces comeremos en exceso, beberemos en exceso, follaremos en exceso, haremos todo en exceso y acabaremos con la vida. Pero eso no es la libertad, no es desde ahí que hablamos de la Puta como arquetipo, todo lo contrario. Es la libertad que se logra en encontrar los propios límites y la propia provisión de amor, que nos evite ir a buscarlo donde no está: afuera.

Abrazar este arquetipo puede ser de una gran ayuda cuando estamos buscándonos y permite que identifiquemos los propios límites, que pueden cambiar, como cambia la vida: vamos creciendo, lloramos, reímos, nos movemos. Es una invitación a actuar desde la integridad: ¿hago esto para ganar algo? ¿comprometo mi sentir y aquello en lo que creo si sigo por este camino? Es muy profunda y amorosa, nos ayuda a ir por donde nuestro corazón nos indica, con valor. Y el corazón es mesurado en el daño y expansivo en su entrega.

También nos cuestiona sobre la honestidad. ¿Qué tanta disposición tengo de ser honesta conmigo misma y con les otres? ¿Qué tanto manipulo para obtener lo que quiero?

Y claro, nos invita a construir una autoestima profunda, que pueda librarse de esas obligaciones autoimpuestas en las que vivimos. La tarea de toda la vida, pues.

Entonces, retomando mi relato, en aquella época reivindiqué con mis palabras este arquetipo porque necesitaba aprenderlo y aprehenderlo, pero no se trataba de tratarme como una prostituta en ejercicio de su profesión (que bueno, también son unas bellas), sino que estaba buscando ese centro, ese lugar seguro interno, que me ha implicado muchas excavaciones, mucho trabajo, mucho indagar y mucho amor y paciencia y por el que volvería a dar la vida, como la he dado. Hoy, este centro me sostiene en medio de la propia redención que estoy buscando conmigo misma, cuando siento que el corazón está muy roto y que no puedo más. Y no puede venir de la niña buena ese perdón, claramente, porque para ella nunca nada es suficiente, igual que para la madre que tampoco conoce límites. Solamente es posible apelar a la humana, a la que se equivoca, a la que la ha cagado y vuelto a cagar; a la que ha perdido en su vida: experiencias, personas, lugares... Solamente ella podría comprenderme y mirarme con la suficiente compasión.

Finalmente, de qué se trata el respeto, sino de honrarnos internamente y les unes a les otres? Y es así, primero adentro y luego fuera: amar al prójimo como a mí misma. Siento muy lindo al recordar este arquetipo, una vez más lo reivindico, con algunas salvedades que ojalá ayuden a una mejor comprensión de lo que se trata esto. El amor es algo tan grande, tan inmenso y así mismo es el miedo, que nos lleva por caminos de idealizaciones y satanizaciones muy poderosas. Historias de amor han costado estos malentendidos y eso no es poco, es un altísimo precio a pagar. 

Terminé el día de reflexión con una frase mientras subía las escaleras de mi casa y pensaba en las personas que dicen mentiras, que actúan de formas que me parecen deshonestas: yo no soy mamá o papá de ninguna persona (más que de mi propia hija, pero eso es diferente) ni estudié para juez ni soy en ningún sentido superior a nadie como para emitir juicios sobre quién hace qué (con la hija tampoco, pues). Estamos en el camino, siempre, haciendo lo mejor que podemos. Hoy es más bonito que otros días más feos y luego el ciclo cambia y lo feo se vuelve bonito. Somos un pequeño bichito tratando de hacer vida y crear cosas maravillosas, en la mejor manera en que sabemos cómo, ensayo y error...

Les deseo lindos y amorosos días :)