martes, 10 de diciembre de 2019

El libro de la gratitud - Capítulo 12: Los amigos!!!

Diciembre de por fin publicar la entrada de... 

¡¡¡Los amigos!!!

Los amigos, al igual que las amigas, son muchos y muy importantes, así que voy a tratar de incluirles a todos lo mejor que pueda. Saben que son parte de mi corazón por siempre!

Al comenzar a escribir, voy hacia atrás y viene un nombre a mi mente: Felipe T. Es posiblemente uno de mis amigos más antiguos y de aquellos tan queridos que el tiempo y la distancia no han interferido con el cariño. Me acuerdo de juegos de escondidas y comentarios sobre Harry Potter y aventuras que terminaron mucho antes de lo que a todos nos hubiese gustado. Feli, gracias por estar ahí siempre con tu sonrisa, con tu buen ánimo, incluso ahora, eres un héroe y seguro que no sólo para mí. Gracias por estar en casi toda mi vida y por poner tanta alegría en ella.

Luego vinieron los cariños del colegio: Juanri, con quien la seguimos llevando hasta hoy, luego de acompañarnos también en la universidad; Santiago, quien por entonces no era aún el papá de mi hija sino mi amigo más querido; Francisco, que fue tan importante en varios momentos de la vida; y mi queridísmo Manu, cariño eterno y constante que sigue abriendo sonrisas y posibilidades hoy. Gracias por su compañía y sus cuidados, por su paciencia cuando fue necesaria y por toda la diversión que hemos podido compartir. 

Por esos días también apareció de otro modo Patricio Yolando - Payo, en mi vida. Te mereces un asiento en varios lugares de este libro de la gratitud, pero sin duda has sido una amistad grandísima, nos hemos visto crecer y crear las vidas y hemos podido celebrar el seguirnos el camino varias veces muy felices. Te quiero con todo mi corazón y celebro siempre el encuentro!

La vida pasa y gente va llegando de forma inesperada...Grandes amigos me hicieron más feliz el camino al inicio de la universidad con su actitud de hermanos mayores y que se me quedaron por siempre como maestros: Santi Giraldo, Juanca, José Luis, Sergio, César. Pasamos los días más felices en museos y conciertos y perdiendo el tiempo. Fui la pequeña en medio de esos cariños. Gracias por abrirme ese mundo de la ciencia política de manera tan divertida y bonita. A la fiesta se sumaron Pipe, Jose Puello y Diego (Mago) y Andy, con quienes vivimos tantas aventuras que no creo que el cariño se pueda olvidar alguna vez, vivir la Universidad sin ustedes no habría sido la mitad de divertida y el vernos hacer las vidas también ha sido un lindo privilegio. Les quiero por siempre.  

México lindo y querido! 

Al igual que en el capítulo de las amigas, es imposible obviar la importancia de México en esta entrada. Si bien hubo muchas amigas, los amigos que llegaron se quedaron para siempre en mi corazón. Los amigos me dieron una nueva dimensión de lo masculino, en un país en el que eso está seriamente herido. Siempre estuvieron (y están) allí desde el amor, desde la presencia, desde el cuidado, desde la inteligencia. Me encontré con hombres maravillosos allí, que hoy tengo la fortuna de contar entre mis personas queridas.

Sin duda cada uno merece una entrada: el Papi, con su buen ánimo siempre, su buena vibra, sus cuidados de hermano mayor/papá protector; mi amor Juan Iván, tanta ternura, tanto cuidado, tanto cariño que no deja de estar allí; Irving con sus bromas y su cariño; Isidro con su presencia y los detalles salidos como del sombrero de magia; y... Francisco, mi Paco, mi cariño más grande, mi mejor amigo, cómplice y confidente. Eres una de las personas a quien más quiero y admiro en el universo entero. Gracias por existir, las palabras se quedan cortas. Gracias por los playlist, por la ñoñez compartida, por las llamadas salvadoras en cualquier momento, por los días en que vivimos juntos acá y allá, por el amor, por estar en mi vida, por aprender juntos esto de la amistad del corazón. Eres maravilloso!

La familia

Entre los amigos hay cariños que fueron lindos regalos de mis hermanas. Mis queridos Anderson y Niño, que son como hermanos menores, llenos de alegría y de cosas para enseñar. Julián, mi primer hermano mayor que siempre ha tenido palabras de aliento y cariño y Juanpa, segundo hermano mayor, con quien he sido feliz compartiendo historias y música. Gracias queridos, por recibirme en sus corazones, por estar abiertos a que el vínculo creciera y se expandiera. Hacen mi corazón muy feliz y por siempre les voy a tener en el árbol familiar!

Hoy...

La vida va decantando y trae nuevas personas y otras que se van. Hoy puedo dar gracias por los regalos que han traído los trabajos, aquellos que permanecen cerca y aquellos que luego se fueron lejos: Fer, mi querido jefe y amigo, colega de la espiritualidad; David, mi compañerro, con quien aprendí tanto sobre el trabajo en equipo; Dieguis, a quien admiro por su centro y su dedicación a su familia; y mi Juan, la dulzura hecho hombre, amigo y confidente, que tus alas vuelen alto y bonito <3 Gracias por estar y por enseñarme y por hacer la vida profesional más entretenida y feliz!

He tenido sorpresas lindas, como Stith, quien con cariño me compartió su talento, todo un autodidacta y soñador, gracias por compartirte y mostrarme nuevos dibujos, música y lugares hermosos; David M, que la ruta nos ha llevado por tantos lados de aprender y hacernos preguntas juntos, de hablar de todo y de disentir tan seguido y con tanto cariño y diversión; Cris, mi amado entrenador, que has sido ejemplo de elegir la vida que uno quiere y con valentía y alegría asumirla, gracias por tu cariño y tu genialidad!; Carlitos, con toda la mutua admiración y el compartir desde la autenticidad y el aprendernos, te quiero muchísimo; y mi corazón Mario, la persona más linda del universo, el corazón más grande de todos y el ser más aplicado que haya conocido en el planeta, te adoro mucho, eres luz en mi vida!!!

Y para cerrar, los cómplices de fiestas y locuras: Cami y Dani. Amigos queridos, celebro siempre que puedo el conocerles, el compartir con ustedes. No he conocido a nadie más sen ni más acertado en sus amorosas apreciaciones que Cami. Me alegra mucho el haberme dado el chance de los almuerzos iniciales y luego los encuentros ya ritualizados en cada momento de coincidir en la ciudad que nos vio nacer. Te quiero entrañablemente, gracias por tus consejos, por tu mirada tan tranquila de la realidad y por la cerveza bailada y reída, que vengan muchos más compartires por todo el planeta!

Y Dani, mi querido amigo, mi cómplice de locuras y de cuidados. Mis últimos años se llenaron de la luz que trajo ese cariño a mi vida y es el regalo más lindo que alguien puede recibir. Gracias por ello!

Hombres amigos de mi vida, gracias infinitas por estar en ella, por ser los seres maravillosos que son. Les celebro siempre, sigan llenando el mundo con tanta belleza y tanta luz!!!



jueves, 7 de noviembre de 2019

Amar la vida

El día de hoy vuelvo sobre un tema que ya me ha convocado previamente en este espacio: la vida. 

Creo que es seguramente una de mis tareas en esta existencia. Aprender a apreciarla. A lo largo de mis pocos años en el planeta he ido de un extremo a otro en ese camino... algunos días me ha parecido demasiado agobiante y he querido tomar la puerta de atrás. Otros me he aferrado con manos, piernas, dientes, pelo a ella... me he negado a dejarme ir. Otros he surfeado por olas bonitas... Pero lo que he hecho muy poco es pasar como si nada, como si no fuera, como si no estuviera. La vida es, para mí, algo que causa interés sin duda alguna.

Hoy nació mi sobrina-nieta Margarita. Es la segunda bebé en un tiempo muy corto en mi familia: hace apenas año y medio llegó Jacobito también, mi sobrino ahijado. Fueron embarazos retadores para mi hermana y mi sobrina. Eventos poco probables, inesperados, sorpresivos en todo sentido. Alegrías que hoy nuestra familia puede apreciar!

Y eso me ha llevado a una celebración profunda de la vida. Me ha llevado a entender que es realmente un milagro. 

En esto de aprender sobre riesgos, posibilidades, decisiones, supe que solamente una de cada tres gestaciones llega a término, a un bebé que nace y llora y es feliz y vive. Las otras dos, por las razones que sea, no llegan a ser vida. Es muy interesante conocer esto, porque cobran sentido a mis ojos todas estas políticas públicas y objetivos del milenio sobre el acompañar este proceso de que la vida sea posible. Es fácil ver la cantidad de humanos que somos y pensar que somos demasiados y que hay que detener todo esto, pero no vemos del otro lado.

Y sí, hay que detener la maternidad/paternidad inconsciente, la que no estará presente, la que abandonará, la que generará sufrimiento. Hay que detener la maternidad/paternidad sin amor, la desinteresada, la que no puede ver que tiene frente a sus ojos un verdadero milagro. Esos ejercicios hechos desde la inconsciencia, son los que nos dan niños que queman su aldea para sentir su calor. Nos dejan seres humanos vacíos, sin red, que se aferran a cualquier eslógan, a cualquier camiseta, a cualquier ejército, a cualquier moda para encontrar una gota del amor que les falta. Son ellos mismos los que seguirán la epidemia de suicidios infantiles y adolescentes que azota nuestra sociedad sin discriminar condición social, género, gusto musical.

Pero no es la vida la que debemos detener. Es eso lo que no estamos viendo, es lo que no estamos valorando. En medio de la angustia de la desigualdad, de la depresión masificada, nos olvidamos del milagro que es la vida. Nos olvidamos de que somos el éxito del amor de nuestros ancestros, de nuestros padres, de millones de años de seres que han vivido para que por un evento de infinita suerte estemos acá. Por eso nos tratamos como si fuéramos un virus incontenible, como si tuviéramos que ser erradicados, no le damos ningún significado a nuestras vidas.

Pero lo tienen. La vida es un milagro. Y si la vida es un milagro es sagrada, merece nuestro respeto y consideración. Si nos tratamos como este episodio sin par que somos, tal vez podríamos empezar a ver a las otras existencias como milagros también, como eventos afortunados... nos detendríamos más fácil antes de apretar un gatillo o ejercer cualquier violencia en contra de cualquier criatura. 

Si un bebé humano que nace es visto con alegría, con bienvenida, como un éxito de la vida sobre las infinitas posibilidades de azar en que pudo no ser, entonces su destino es un asunto de toda la sociedad. Entonces su madre es una heroína que merece de nuestro amor y atención, de la contención en su proceso de descubrir cómo es eso de acompañar. Entonces no estará sola aceptando su castigo por abrir las piernas, sino que tendrá a su familia y su comunidad caminando con ella esa ruta y nutriéndola para que pueda nutrir. Entonces el padre estará ocupado de celebrar el fruto de su semilla y se sentirá afortunado de haberlo conseguido, en lugar de abandonar corriendo o de mantener una presencia ausente.
Entonces ese o esa bebé y su educación no serán un privilegio reservado para unos pocos que sí 'valen la pena', sino un jardín para presentarles el mundo que ahora van a habitar, las relaciones de respeto que es importante que construyan, el lugar para celebrar y mostrarles la maravilla que son solamente por existir, para que así puedan tratar al resto de la creación como eso: como algo maravilloso y digno.

Si nuestros pequeños y pequeñas crecen con esas claridades, el actuar en contra de sí mismos, el ocasionarse sufrimiento para sentir, dejaría de ser algo necesario... con tanto que hay por hacer y transformar. Pero lo que tienen encima es nuestra mirada desconfiada con cada nuevo ser, como si fuera a robarse nuestro siguiente pedazo de comida... y luego nos preguntamos qué los lleva a decidir rechazarse, rechazar el mundo, rechazar la existencia del modo en que lo hacemos. 

La vida, queridos y queridas, es algo precioso y singular. Único. No estamos acá de azar, somos los más afortunados, las más suertudas, el episodio de eureka, el grito real de 'It's alive!'.

Así que querida Margarita, hoy celebro tu vida. Bienvenida, siempre lo fuiste desde el primer instante. Y a Sally, su mami, cuentas con tu manada, que está feliz hoy contigo, que ríe ante el milagro que nos has regalado!

Como decía alguien que no recuerdo quién era, podemos ver todo como normal o como un milagro. Hoy elijo ver el milagro que la vida es, desde el corazón y desde la mente y con todo el compromiso de mi ser por ponerme de este lado.

Gracias papás por darme la vida. Gracias abuelos y bisabuelos. Gracias porque nosotras, V y Jacobito y Margarita son el éxito de ustedes y de toda la humanidad.

Vida del amor <3
  


Para Margarita y Lavanda. 

lunes, 12 de agosto de 2019

El libro de la gratitud - Capítulo 11: Daniel


Hace algunas semanas surgió una idea que me pareció linda. Hay una persona que es muy importante para mí y en uno de esos momentos de magia y conexión, pensamos que sería lindo contar cómo ha sido este camino juntos. Lo dejé ahí, pero con los días fue creciendo en mí la intención de escribirlo y me propuse hacerlo un capítulo de El Libro de la Gratitud. Así que acá va.

Mi persona se llama Daniel. Tiene 40 años. Es colombo-español, pero, como tiene un acento muy marcado, le tratan más frecuentemente como extranjero. Hemos tenido momentos muy divertidos con eso, que a él no le hacen 'ni puta gracia'. De ahí armé el apodo con el que cariñosamente me refiero a él cuando no está presente: ‘mi español’.

Nos conocimos hace cerca de año y medio. Era un sábado de una noche no tan fría en Bogotá. Asistimos por partes separadas a la misma fiesta y nos gustamos de lejos. Recuerdo muy claramente verlo entre la gente y morderme los labios. Lo que siguió a eso fue tenerlo al lado en la barra e iniciar la conversación. Amé el acento desde el primer momento y nos entendimos fácil. Pensé en irme, pero la química fluyó rápidamente... nos fuimos a un lugar aparte y sin saber de qué manera, él me preguntó si podía besarme, a lo que yo respondí con facilidad: bueno :) Y así empezó todo.

Ese día caminamos por muchas calles, casi sin rumbo, compartiendo besos y caricias e historias. El encuentro fue muy feliz. Me dejó en mi casa cerca de la madrugada, sin intercambiar teléfonos. Fue claro para mí que era una persona que no me resultaría fácil descifrar. Pero nos volvimos a ver pronto y fuimos a escuchar jazz: primer regalo de la relación. Estar en ese espacio fue como reconectar con una parte de mí con la que no conversaba hacía tiempo. Los sonidos me alegraron el corazón y luego de varios intentos de espantarlo (sin éxito) con mi amplitud de gustos en la música, hicimos de ella un lenguaje común. Era algo con lo que veníamos ambos por separado, pero fue lindo que la comunicación fluyera fácil por allí. Daniel no tenía puertas cerradas para las experiencias, en especial en los ritmos, así que me sentí muy cómoda, con ese primer escenario de la aceptación.

Las noches de jazz continuaron y se sumaron a tardes de centro, obras de teatro y música, madrugadas que alargábamos justo lo necesario para evitar el sol. Lo que parecía que iba a tratarse de un par de días, se volvió semanas y luego meses. Hablábamos de todo y me sentía identificada en muchos aspectos con su historia de vida, con su manera de sentir. Continué muy atraída por ello y pese a que todo era muy confuso en dinámicas y límites, teniendo la puerta abierta todo el tiempo, me quedé.

El tiempo me llevó a aprender a hablarle de las cosas que al inicio me daban miedo. Me aterraba la idea de asustarlo, así que me callé en ocasiones en las que no debí hacerlo. Pero luego, él estaba allí, dispuesto a escucharme, con esa frase que incorporé a mi léxico del amor: 'cuéntame más'A medida que la capa de hielo de mi corazón se iba derritiendo, empezó a aparecer la ternura entre nosotros, en juegos de cariño y risas y largos ratos de amor. Poco a poco me fui acoplando a sus brazos, a recostarme en su pecho, a consentirlo cuando reposaba sobre el mío, entre canciones de música suavecita.

Fito dice que el amor es un ejercicio. Creo que así fue un poco como se dieron las cosas entre nosotros. Lo nuestro empezó a compás de salsa y con una conexión inicial limitada. Se fue ampliando entre ritmos musicales de todo el mundo y a distintas horas del día. Nos lo fuimos bebiendo entre cervezas, en los sofás de un bar, en la puerta de mi casa o en cualquier cuadra que lo ameritara en la zona céntrica de Bogotá. Se movió por diversos lugares y colores del cielo, con postres muy ácidos para mi resaca y soles demasiado intensos para su espíritu vampiresco. Fue un amor de arrebato, aunque no me di cuenta en un principio. Se me volvió un vínculo innegociable desde el comienzo, pese a que no fue nada bien recibido por nadie en mi entorno. Ahora que lo veo hacia atrás, estuve mucho más allí de lo que pensé que estaba en el momento y tuve un cómplice dispuesto para ello en él.

Daniel también me acompañó en un momento difícil para mí en el que me sentí ahogada en la tristeza.  Tuvimos algunas noches en las que fue saliendo gradualmente el dolor que me habitaba. Yo veía crecer ese sentimiento sin poder hacer nada y no había contención en esa relación, sino más bien un impulso a lidiar con el monstruo, y si había de perecer en sus fauces, pues estaba de dios… Esto me confundió mucho, pero luego acabó por tener sentido y se volvió uno de mis motivos más grandes de gratitud con él.

Al lidiar con este asunto tuvimos unos largos días de distancia que llegaron finalmente a mi cumpleaños, momento en el que había asumido que la historia había quedado allí. Pero, a la media noche de ese día, mientras yo escribía mi manifiesto de ‘ahora sí voy a vivir’, recibí un mensaje suyo de cariño y festejo. Volvimos a estar cerca por un tiempo y la historia continuaba en el punto donde la habíamos dejado. Eso me parecía mágico. Por entonces yo tenía un viaje  programado que inicialmente me llevaría fuera del país por término indefinido y nuevamente pasé casi mi última noche en Colombia en sus brazos. Lo rodeé muy fuerte con los míos y le dije ‘he sido muy feliz contigo’ a lo que me respondió con su acostumbrada jocosidad: ‘y lo que nos falta!’. 

Los meses siguientes nos mantuvimos tan cerca como era posible estando tan lejos. Lo de las charlas cibernéticas nunca fue lo nuestro, así que tuve tiempo de extrañarlo y recordar con cariño lo vivido. Al vernos fuimos felices de nuevo, no muy frecuentes los encuentros pero con un color especial. Me quedaba la sensación de amor y el corazón lleno de felicidad. Era extraño para mí que algo tan difuso me hiciera tanto bien.

Ese tiempo de palabras bonitas y cercanía se mantuvo hasta poco tiempo antes de escribir esto, que como ya lo dije, fue por sugerencia del propio Daniel. El tiempo y el cariño hacen lo suyo y de forma suave pero constante fue llegando a un lugar propio en mí. Su amor fue fundamental durante la crisis que logró abrirme el corazón de nuevo, que me permitió contactar con la vida, con su mano en la mía, con esa forma tan bella y tan desconocida para mí, ese 'saber estar' que no buscaba nada más que acompañar. 

Me gusta mucho lo que hemos venido construyendo, porque pese a que esto siempre fue un arrebato, intenso y apasionado, el acercarnos fue paulatino, con una tranquilidad particular. Daniel tuvo siempre claro que esto era algo para mantener en el tiempo y las circunstancias y eso me ha dado el regalo del aprender a amar a las personas como son, con sus maneras, con sus tiempos, disfrutando cada segundo del compartir como si hasta allí fuera a llegar, al tiempo que hemos buscado nutrir, estar presentes, construir.

Gracias por los mil aprendizajes hasta hoy. Gracias por tu amor por la vida que resulta tan inspirador, porque me has contado que no siempre te sentiste así, porque sé que el valor es real y construido a pulso y me invitaste a crear mi propio camino en eso. Gracias por ser el cómplice de fiestas felices y de otras que no lo han sido tanto, por los paseos en moto en que me moría del miedo y que aprendí a amar, por los cafés y los postres, por el arte compartido. Gracias por escucharme de corazón a corazón, eso me ha ayudado a sanar de maneras que apenas te puedo expresar en palabras. Gracias por ser el pretexto para visitar lugares de mí y aprenderme de modos completamente nuevos, quererte de tantas maneras, sentirme tan querida de forma tan real y saber que siempre seguimos siendo tú y yo. Ha sido muy divertido y retador y a veces triste y muy feliz también, pero sin duda emocionante. Y hoy, con todo mi corazón, quiero mucho que siga siendo verdad nuestra frase: !y lo que nos falta!




Te adoro cariño. Eres maravilloso. Gracias por hacerme tanto bien <3


jueves, 21 de febrero de 2019

Dañar


Hace algunos días recibí una muy mala noticia de parte de una persona a quien quiero mucho. Me enteré de que la desconfianza se había instalado entre nosotros. La persona mintió en un contexto de acuerdos previos que se habían hecho con el fin de evitar ese escenario. Me dio muy duro. Sentí en mi corazón la herida. 

Estar en esta situación me hizo pensar en este tema del daño y la manera como nos relacionamos con eso, el lugar en el que nos ponemos cuando somos responsables por algo que ocurre a otros/as.

Nuestra sociedad en general, al menos desde el pensamiento de iberoamérica, tiene grandes dificultades para hablar sobre esto. Tenemos en nuestro haber terribles genocidios y hechos de diferentes tipos de violencia que nos ha costado trabajo abordar. Por lo general hemos elegido diferentes mezclas de dos caminos: o no hablamos de ello y dejamos que el tiempo se ocupe de que ocurra el olvido; o nos enfadamos con la persona que ha recibido el daño y expresamos las muchas razones por las que el hecho pudo ocurrir. En este escenario no negamos casi nunca nuestra acción, pero ponemos el foco en cualquier otro asunto para no ver de frente nuestra responsabilidad.

No está en nuestra cultura el reconocer, porque el miedo, la culpa y la vergüenza nos ponen en una situación muy difícil. De manera que no podemos llegar a decirnos: 'Te hice daño, lo siento' y no seguir con una retahíla de 'pero es que...'. 

El encontrarme en esta situación me puso de frente al hecho de que hoy estoy de un lado, pero estuve del otro muchas veces. Quién sabe cuántas, porque seguro en un montón no me di cuenta. Hubo muchas ocasiones en las que fui yo quien mintió de manera deliberada y generé daño en corazones que eran importantes para mí. El reconocer acá que quizás muchas veces no me di cuenta, hace parte del ejercicio de entender esto de dañar. 

No creo que trivializar el hecho de hacer daño ayude, pero es una gran tentación. Sin embargo, creo que es un buen momento para verlo y hacerme finalmente responsable. Entender, por fin, qué ocurría del otro lado cuando no era tan fácil dejar los problemas de lado. Esperé mucho de personas queridas en su momento, porque no pude entender la forma como lo estaban viendo, porque para mí no era importante, porque simplemente debían dejarlo pasar, desde mi punto de vista, muy atada yo a esta cultura de no lidiar con las cosas.

Pero esto me ha llevado a sentir cuál es la gran enseñanza del daño: No cuánto nos duele cuando estamos allí recibiendo, sino darnos cuenta de cuánto nos herimos a nosotros mismos cuando somos quienes lo causamos. La gente es dueña de su historia y siempre podrá hacerse cargo y seguir. Aprenderá de ese dolor, del mismo modo en que nosotros hemos hecho lo propio estando allí. Pero qué diferente sería esto si también nos diéramos el permiso de darnos cuenta de lo que implica dañar. 

En esto es importante reflexionar sobre cómo nos jugamos en contra en situaciones como ésta: el otro puede ser (y es, bastante seguido) alguien a quien amamos, es decir, no queremos dañarle, por eso es que nos entra la vergüenza, pero a veces nos puede más el escondernos detrás de esa hoja de parra que es el orgullo antes que abrirnos un poco y poner primero ese amor que sentimos. Y el otro lado es el nuestro, la forma como endurecemos el corazón cada vez que herimos a alguien. Como dirían por ahí 'la separación es una ilusión'.

La tentación de hacernos de piedra también siempre está allí. Siempre está esa vela alumbrando ese sendero de oscuridad. Pero también está la montaña, esa del sentir, del mantenernos vivos, de que nunca deje de importarnos, no importa cuánto duela o vuelva a doler... Y lo chévere es que como decían en Tarzan  'If it's you who climb the mountain, it's you who'll reach the peak'.

En la medida en que valoremos nuestras acciones y el peso que tienen, podremos tener más cuidado y cada vez hacerlo menos, reduciendo la duración de esta larga espiral de dolor en la que nos hemos sumido y a nuestros hermanos animales y plantas. 

Pero esto sólo puede venir del hacernos responsables. No desde un lugar de culpa y vergüenza. Claro que duele, claro que tendemos a culparnos, pero es que no se trata de eso, porque eso pone el foco en nuestra vanidad. De lo que se trata es de crecer, de asumir las acciones y de abrir el corazón también cuando estamos del lado de quien daña. Ver las huellas que eso va dejando en nosotros, ver cómo la resistencia al dolor va aumentando y sobre todo poner al otro en el lugar de amor que decimos que le tenemos, hacerlo de verdad. 

Y creo que no se trata de seguir negando el dolor, sino de abrazarlo. Dañar y ser dañado duele, es una realidad que todos y todas hemos podido experimentar en algún momento. Puede que sea tiempo de mirar ese dolor a los ojos e invitarle el café, a ver qué nos tiene que contar. Muy posiblemente nos vamos a sorprender y se abra un nuevo mundo en la puerta de atrás que surja al terminar...

Personas queridas a quienes he causado dolor, lo siento con todo mi corazón. No tengo mucho más qué decir. Ese café también me resulta aterrador, pero en honor a todo lo que consciente o inconscientemente he hecho, prometo que lo voy a intentar.