lunes, 15 de octubre de 2018

Vivir

Hoy le digo adiós a uno de los años más extraños de mi vida. Siento que todo pasó y a la vez nada. Supongo que era una pausa para reponerse del vendaval que fue 2017. Un momento para estar de pie (¿o sentarse?), hacer el balance, muchas preguntas y ver qué salía de todo esto que ocurrió. 

Debo ser justa con 2018. Hace un año inicié esta locura con mucha fiesta, que luego me siguió durante varios meses de mucha cerveza artesanal y deambular por la ciudad en diferentes estados y circunstancias. Me divertí, la verdad es que mucho. Como siempre quién nos quita lo baliao... y como siempre, es literal.

Igual, lloré. Lloré como hace mucho no lloraba y esperé como nunca había esperado. Puse fe en lo que quise, aposté y fui valiente a ratos. Los resultados a veces no son los que esperamos, pero tuve el chance de hacer mis apuestas, así perdiera.

También conocí muchos lugares hermosos de Colombia, sitios a los que nunca pensé que iría y que disfruté como nada. Me conecté con esta tierra, con el agua, con el cielo. Amé las historias de mis héroes de por acá al verlas pasar como barcos en ríos que miden dos metros y luego de un rato ya no les ves el final. Bailé como baila la gente de acá, sudé, canté, grité... Estuve allí donde están los líos y también las soluciones. Me senté a oír y procesar lo que hombres y mujeres tenían para decir. Vi mucha gente sensata que quiere escuchar y conversar... y también varios insensatos, cuyo problema es que tienen mucho poder.

Este año compartí con personas hermosas. Hice nuevos amigos y profundicé algunos vínculos. Otros se distanciaron un poco, pero de todos modos los llevo en mi corazón. Hablé de la vida y la muerte hasta el cansancio, exploré nuevas formas de amar, de estar presente... tuve cerrado el corazón y luego poco a poco y con la ayuda de muchos cariños, lo he empezado a reabrir.

Las cosas con V mejoraron muchísimo. La pesadilla que vivíamos hace un año se ha ido desvaneciendo con el tiempo y ahora ella duerme en la otra habitación en medio de un sueño tranquilo, con la sonrisa de haber pasado juntas mi última noche de esta vuelta al sol al calor de un pastel con la familia y cantando 'you are welcome' juagadas de la risa. Siento el calorcito del amor de nuevo brillando en el pecho de ambas y veo cómo con los días crece la complicidad, que se nos había refundido un poco por mi falta de presencia, en todo sentido.

Pero quizás lo más destacable de este año y que supongo que es producto de todo lo que estuve observando y escuchando en todo lo descrito anteriormente, es que finalmente he decidido que apostaré por la vida. La cobardía y el cansancio son cosas que me han acompañado durante mucho tiempo, pero supongo que debía llegar el día de hacer la elección. 

Estuve visitando a mi pequeña yo, que tuvo tantos retos ya en el vientre, pero a pesar de eso decidió persistir. Supongo que mi alma en ese momento ya tenía hecha su resolución y estaba esperando que mi mente aceptara algún día este cometido. Ese día ha llegado y hoy decido vivir. En esta última noche de esta vuelta al sol en que rememoramos la llegada al planeta, elijo quedarme con que persistí y con que mi familia me recibió e hizo lo mejor que pudo por mí siempre.

De manera que hoy quiero darle el adiós a este año maravilloso y a esa relación tan coqueta e intensa con la muerte. Ha sido una delicia, pero ya tendremos tiempo para ello.

Por hoy, me quedo con mis amigos, que así sean pocos, son los mejores del mundo.

Me quedo con mi familia, que ha hecho toda su tarea por aprender a estar y a aceptarme con amor. Me quedo con los dramas y con los parqués; me quedo con mi mami que me deja balarle y con mi papá que es mi ángel protector; me quedo con mis hermanitas, con quien tanta diversión y piedras podemos tener. Me quedo con mi sobrina y nuestra alegría de comer y con mis abuelitos y sus cuidados.

Me quedo con mi hija maravillosa que es la bendición más preciosa del mundo y con quien tanto reímos y también lloramos de cursilerías. Me quedo con verla crecer, con los retos de su carácter, que también me hace tan feliz, de que se parezca tanto y a la vez diste tanto de mí. Me quedo con nuestros viajes y nuestros libros y nuestras historias de amor y amistad para compartir.

Me quedo con mis perros y mi gata que tanto amor me dan a la menor oportunidad, con sus abrazos y sus besos, con su pelos y con no saber dónde dejarlos cada vez que quiero salir.

Me quedo con mis amores, los cercanos y los distantes, los que fueron y los que serán, con los adioses, con las bienvenidas y las rectificaciones. Me quedo con el placer y la alegría que me han dado; y también con las lágrimas y las dificultades.

Me quedo conmigo. Con esta dicha de persistir en la vida. Con mis cosas hippies y mis búsquedas espirituales. Me quedo con mi malcriadez, con la explosividad, con lo cursi que soy, con las pataletas y con el buen corazón. Me quedo con mis ángeles y su infinita paciencia en cada recaída que tengo y que seguramente tendré. Con mis antojos y mi disfrute de la cerveza, la charla y el baile. Me quedo con la fe (que todavía no se me pierde) en la humanidad. Me quedo con mi intensidad, que tanta dicha y dolor puede traer.

Me quedo con este bello planeta que siempre me vuelve a sorprender. Con la historia que me acompaña desde que hacía parte de esa gota de agua viajando en el meteorito. Me doy el chance de vivir, porque de todos modos, en algún momento me voy a morir. Así que me voy a disfrutar este ratito hermoso que me fue dado para vivirlo. 

Gracias vida por venir a visitarme y gracias a mí por darme cuenta de que hace mucho que estabas por acá. Gracias muerte por todos tus coqueteos, espero llegarte cargada de historias divertidas para que las podamos conversar entre risas y con el corazón lleno de amor.

Feliz año nuevo para mí!