miércoles, 7 de agosto de 2024

Soy, eres, fuimos, somos

'La creatividad es justamente un intento alquímico de transmutar el sufrimiento en belleza. (...) Los humanos nos defendemos del dolor sin sentido adornándolo con la sensatez de la belleza. Aplastamos carbones con las manos desnudas y a veces conseguimos que parezcan diamantes'

R.M. 'La ridícula idea de no volver a verte'.


Estoy leyendo un libro maravilloso de Rosa Montero. El tercero en menos de tres meses, me enamoré perdidamente de ella <3 Qué delicia es cuando ocurre eso de enamorarse de un artista. 

Es un libro sobre el cambio, sobre el duelo, sobre la muerte, sobre el amor. Sobre el dolor, que es la otra cara menos placentera de ese mismo sentir. Y, una parte importante de mi camino es esta aceptación del cambio. De que las personas se van, a veces se quedan mucho, a veces poco, pero siempre tendremos ese momento de despedida. Aceptar que los tiempos de la vida terminan y abren unos nuevos, lo que no niega esa nostalgia que me ocurre cuando esos cambios pasan. Que el amor y el dolor van juntos, siempre, invariablemente.

Este es un nuevo capítulo de ese aprendizaje. Rosa habla sobre el tema de los muertos y la diferencia en la experiencia emocional de cuando la despedida ocurre y tu persona sigue viva. Ya no puedes tocarla, olerla, contarle de tu día, pero sabes que sigue allí en el mundo, compartiendo eso en otros espacios que no son contigo. Y yo pensaba, y sobre todo sentía, que en realidad este aprendizaje es uno que se trata de hermanarse con la muerte y aprender a verla más allá de esas ocasiones en que su presencia ocasiona que se suspenda una respiración. Esto es lo que ocurre con respecto a las relaciones que se piensan 'hasta que la muerte los separe'. Cuando ocurre un final, así no mueran las personas, ya llegó la muerte, esos seres que eran y que habían apostado por estar allí, murieron, y se terminó. 

Lo lindo de la reflexión que ando teniendo hoy y este tiempo, es que, así como cuando alguien muere se lleva una parte de ti y deja una de sí contigo, así también siento que ocurre con esas personas que un día hacen parte de la vida y al otro no, por las razones que sea. En mi caso, tengo muchas formas de apreciar eso: dichos que se asumen: hostia! para cuando algo me asombra mucho; no manches! para cuando algo me parece injusto; 'cuando lleguemos a ese puente vemos cómo lo cruzamos' para no adelantarme a las situaciones y manejar la ansiedad; amar el rock, la física y la ingeniería; ponerle limón y ají a la sopa; saber que el signo más divertido en la existencia es Sagitario; amar España, amar a México, darle un lugar a Alemania en el corazón y los recuerdos; idealizar Cuba y luego volverla a aterrizar en su dimensión gracias a un libro que alguien una vez me prestó y que se hizo uno de mis favoritos. Amar la cerveza, saber catarla, saber cuáles son los lugares en que más me gusta beberla. Que una casa sea de una familia y luego sea mía solamente.

Todo eso me lo trajo alguien. Todas esas personas se han ido de mi vida de un modo o de otro, cambiamos, ya no ocupamos ese 'juntos por siempre' visto desde el romance o la amistad. Se transformó en un 'hola' ocasional, o en alegrarme por cómo les va la vida o simplemente no saber nada más de cómo siguieron sus películas. Pero me dejaron mucho. Todo. Esos ejemplos son apenas la punta del iceberg de lo que hicieron en y por mí. Muy al estilo de esa frase de somos las personas que hemos amado, la verdad es que es así: los vínculos lo son todo, nos permiten experimentarnos arriba o abajo y conocernos en la luz y la oscuridad. 



Hace años escribí para una de mis personas amadísimas que lo que sembró en mí floreció, y así ha sido y sigue siendo. Lo que no vi en ese momento es que esa semilla también era la enseñanza de un amor tan grande que me permitió percibir los demás amores. Hoy recojo este mensaje luego de otro amor que me hizo aprender a apreciar la ausencia y celebrarla. La vida es una rueda amigos y amigas, de sube y bajas y de perspectivas sin final. Qué bello que así sea. 

Todo esto para compartirles lo mucho que celebro estos contrastes y la amplísima perspectiva que permite la pérdida, el adiós. Por eso escribo tanto sobre ello. Amar los días de flores y vino y presencia, tanto como los de ver por la ventana y caminar sola las calles y sentir la ausencia. Reír sin parar y luego acoger el llanto que trae la nostalgia de saber que esas risas ya no se repetirán.

Este aprendizaje de la vida me ha traído dos cosas enormes (hasta ahora, y lo que falta!): lo primero, esto de los ciclos, de apreciar el cambio y los tiempos que tiene todo lo que está vivo. Vivo la astrología y acompaño desde esa comprensión de que el tiempo y las energías disponibles son una realidad 'grande como una casa' (otro dicho regalo que me dejó alguien) y que no están bajo nuestro control. Así como no podemos prever el inicio, tampoco podemos elegir el final. Y por otro lado, que esa dualidad que a veces apreciamos entre lo que es 'bueno' y lo que es 'malo' es una cuestión simplemente de perspectiva. Hoy vemos de un modo, pero mañana veremos eso mismo distinto. Se trata simplemente de dejar que la vida nos acontezca, con todos sus matices.

Hoy veo desde la gratitud. Me gusta esa mirada. Hoy abrazo esas huellas de las personas que he amado (y de algún modo siempre voy a amar), ya sean unas muy lindas y brillantes y otras tristes y oscuras; todo me constituye, me permite conocerme y recordar que yo soy esas luces y sombras y grises y que eso que sentí separado de mí, es también lo que soy hoy. Diría Rosa: 'Porque muy dentro de mí estamos todos'.

Como siempre, gracias al amor, que es en verdad todo lo que existe. El amor es lo que nos queda siempre, también cuando la cara más visible es la del dolor.