martes, 21 de noviembre de 2017

El Libro de la Gratitud - Capítulo 8: Sebastián

Seguimos imaginando que es octubre y seguimos en gratitud <3 

Esta entrada es para Sebas. Mi compañero de andanzas desde hace más de 15 años y el papá titular de mi hija Victoria. Sin ser originalmente de mi familia, llevo más de media vida construyendo y deconstruyendo cosas con él y tenemos una hija y dos perros. Y un montón de historias en las que parece que en nuestras vidas no hubiese existido un 'antes de'. Es mi familia también :) 

¿Cómo empiezo a contar esta historia? Creo que empezó hace diez años en algún pueblo con mar, por la costa de Portugal, cuando yo corría para no llegar tarde a la Universidad con mis libros y me lo encontré de golpe y sin ver de dónde salió... Tomaba una clase con la misma profesora que yo. Fuimos a tomar un té en algún lugar cercano a la universidad y se quedó en mi vida... En esa época, él se llamaba Ruibarbo da Costa y yo, Agustina das Neves.  

Ruibarbo y Agustina se enamoraron perdidamente el uno del otro y compartieron mil aventuras. Fue en esa época en la que ese personaje también asumió un bebé que no había nacido de su semilla, pero que cuidó desde los pañales y las sopitas y los pasteles y las noches sin dormir. Entre viajes, fiestas, caminatas largas y trasnochos, y cartas escritas para endulzar hasta el café nocturno más amargo, se hizo una historia de amor muy, muy linda. 

Sin embargo, ya sabemos que esto del amor, cuando es de verdad, requiere de la caída de los velos. Implica que esos personajes iniciales que construimos para sostener la ansiedad del primer tiempo, mueran en algún momento. Ruibarbo naufragó en un barco, cuando iba desde el golfo de México hacia la costa norte de Suramérica. Agustina, muy impactada por el dolor de ese fallecimiento, encontró su extinción en algún punto de la Ciudad del Cabo, en Sudáfrica.

Fue así como volvieron a verse Diana y Sebastián. Ese personaje es del que me gustaría hablar acá. Mi mejor amigo, mi principal confidente, mi apoyo, mi compañero de paternidad, mi mejor cuidador, en fin...

Sebastián es una de mis personas favoritas en el mundo. De las pocas que puedo decir que más o menos conozco. Es un ser bello, brillante, carismático, cautivador, muy dulce, buen bailarín, cultísimo y por ello un excelente conversador y de un corazón temeroso pero de enorme generosidad. Él no lo sabe, pero es valiente como pocos.

La historia de amor es lo primero que quiero agradecerte, Sebas. Porque fui infinitamente feliz, porque me mostraste otro mundo posible, porque te sumaste a mi vida con valor y dedicación. A tu lado he vivido algunos de los momentos de mayor felicidad en mi existencia y he soñado y construido. Me diste una familia. La mía. La tuya. La nuestra. Le diste otro papá a mi hija y el abuelo que nos hacía falta.

Gracias por bailar conmigo como si en el mundo no existiera nada más. Gracias por toda tu ternura, por tus cuidados, por correr todas las veces que fue necesario, por mostrarme tu mundo y por estar en el mío con tanta alegría y pertenencia. Gracias por los viajes juntos, por tu eterno asombro con los lugares nuevos (luego de refunfuñar hasta el último minuto antes de subirte al avión), por tus datos curiosos que me hacen creer que la fantasía es realidad y morirme de la risa, por estar conmigo en tantos lugares que visité, así no hubieses tomado esos aviones. Gracias por abrir mi corazón y dejarme ver que podía ser más de lo que había sido antes. Gracias por tu mano en la mía durante todo ese tiempo.

Pero también quiero agradecerte por lo que vino después, por nuestra historia hoy, por la amistad hermosa que hemos armado este tiempo. Después de ese primer momento del amor, me has enseñado que hay más, que el quedarse tiene sus recompensas, que la incondicionalidad es algo que puede construirse, replantearse mil veces y sobre todo disfrutarse. 

Así que gracias por estos años de ajuste y de tanta paciencia. Gracias por no rendirte, por apostar por nuestro vínculo, por todo lo que te has esmerado en ser mejor. Lo eres, aunque siempre fuiste maravilloso. Gracias por ayudarme a crecer tantísimo, yo no habría trabajado en mí de este modo, si esto no hubiese sido el reto que ha sido y es lo mejor que he podido emprender por mí. Gracias por conectarme con partes profundas de mi ser, por aceptarme como soy y por ayudarme a hacer eso por mí misma... Ha sido tu mejor regalo.

Gracias por recibirme a cualquier hora y en cualquier estado en tu casa, cuando lo he necesitado. Gracias por permitirme hacer de ese lugar nuestra casa con V, en ese momento de urgencia. Gracias por cuidarme tantas gripas. Gracias porque con cada ocurrencia con la que salgo, encuentras en tu corazón el amor y la paciencia para seguir adelante. Gracias por el hogar que con V y los perros, entre comida deliciosa y a domicilio, viajes cortos, reuniones con amigos y tardes de frío y no hacer nada los tres, hemos construido. Ese lugar es uno de mis lugares más bonitos del mundo. 

Gracias porque también me has tenido una enorme fe. Gracias porque nadie me ha conocido tan profundamente en mi oscuridad... Y tu mano ha seguido ahí, para ayudarme a salir. 



Sobra decir cuánto te quiero. Que le agradezco a Dios tu existencia y el que estés en mi camino. Esto ha sido una montaña rusa y ve tú a saber qué sigue... Pero nadie nos quita lo bailado y tu lugar en mi corazón tendrá por siempre lucecitas, chilaquiles y tacos y rancheras llenas de felicidad!

If it's a crime, then I'm guilty...



No hay comentarios:

Publicar un comentario