Hace algunos días escribí sobre el enfrentamiento que tiende a ocurrir entre hombres y mujeres en nuestra sociedad. Escribí sobre la importancia de mantener esa conversación al lado, de la mano, entendiendo que ese enfrentamiento es solamente creado, ficticio, no necesitamos que sea de ese modo.
Como la vida es así, me he visto mirando muchas situaciones que han llevado a profundizar esa reflexión, ese sentimiento, que no es tan racional como me gustaría, que es más emotivo, más físico. No es fácil este tema. Tengo memorias que me cuesta soltar frente a cosas que he elegido creer que hombres hicieron por el hecho de ser tales. Hoy me relaciono con las diferencias que tenemos las personas, más evidentes entre hombres y mujeres y es más retador aún.
Pero hace pocos días recibí un regalo. Recibí unas palabras bellas de un hombre amoroso, que nos pidió perdón a muchas mujeres en nombre suyo y de los varones, por tantas cosas que se hacen desde la ignorancia y el miedo. Por tantas cosas de las que no se dio cuenta y que como él, muchos hombres no notan, porque es un desafío estar atentos.
Así que no quería dejar por fuera este gesto tan importante y hoy quiero regresar el regalo y pedir perdón a él, a mis hombres queridos y a todos, por todas las cosas que nosotras hacemos, que yo he hecho, desde la ignorancia y el miedo.
Querido hombre, te pido perdón por verte con miedo y con rencor. Te pido perdón como hija, por menospreciarte, por creer que eras menos inteligente, menos capaz, menos dispuesto a dar y recibir amor. Te pido perdón por faltarte al respeto, por no verte, por creer que eras una roca que no podía sentir. Estas acciones vinieron de mi miedo infantil a no sentirme protegida y para protegerme creé una coraza de reproches y falsa sensación de superioridad.
Te pido perdón como hija, por no respetar tu rol en mi vida, por no honrarte y saber que también en ti había sabiduría y razón, por no valorar tu familia y tus espacios, desde la creencia de que los hijos son de las madres y de sus familias. Te pido perdón por creer a las personas que en algún momento quisieron hablar mal de ti. Estaba equivocada y buscaba certezas y seguridad.
Te pido perdón como amiga y como compañera de estudios, por cada vez que tus maneras de hacer me parecieron ridículas y te puse en vergüenza en público. Te pido perdón por cada vez que al sentirme débil, busqué hacer uso de la manipulación para sentirme en superioridad a ti. Te pido perdón por hacerte el juego en el toma y dame del maltrato y del chisme.
Te pido perdón como amiga por no creer en ti, por creer que necesitabas de mi protección como una madre, por verte pequeño y no confiar en tu fuerza. Lo siento mucho, me sentía insegura y quería sentirme necesitada.
Y te pido perdón, sobre todo, como pareja. Te pido perdón porque abusé de mi lugar de privilegio que me daba el estar en relación vulnerable contigo, el que te abrieras a mí. Te pido perdón porque no vi lo mucho que te cuesta abrirte, porque no valoré el regalo de la confianza. Te pido perdón por hacerte sentir menos por no ser fuerte, o valiente, o como yo quería que fueras. Te pido perdón porque me inventé y creí estándares imposibles de cumplir y te hice sentir que valías menos por no alcanzarlos. Te pido perdón por agredirte, por usar tus palabras en tu contra, por permitir que mi miedo y mi propia vulnerabilidad se convirtieran en rabia y poner todo eso encima tuyo. Te pido perdón por guardarme la dulzura y el amor y negártelo como una forma de control, como un mecanismo de manipulación. Te pido perdón por mentirte sistemáticamente para 'salirme con la mía', por manipular las situaciones, por usar mis shows y mi drama para que hicieras lo que yo quería. Te pido perdón por creer que yo merecía más consideración siempre, porque creí que la parte ancha debería ser para mí y la angosta para ti. Te pido perdón por imponer mis decisiones sobre ti y por negarte el privilegio de ser padre y disfrutarlo. Lo siento mucho por todo esto.
Te pido perdón como mujer, por creerme esta guerra, por aceptar estos términos de la relación en los que alguien dijo que debíamos estar enfrentados, que no podíamos hablarnos, que era mejor mostrar indiferencia. Te pido perdón por hacerle el juego a esta batalla de 'quién tiene más talentos' en la que llevamos tanto tiempo enfrascados. Te pido perdón por hacerte objeto de mis reclamos ancestrales, por ponerte contra la pared como el culpable de todos los males de la humanidad, dejando de lado que también sufres, que también pagas un alto precio por la forma como las cosas funcionan. Te pido perdón por cada uno de ustedes que tiene que ir a las guerras inútiles que nos inventamos como humanidad. Te pido perdón por quitarte el privilegio de disfrutar la paternidad, por no confiar en ti, en ese rol, y minimizar tu presencia y el disfrute en el hogar y la familia. Te pido perdón por pedirte que seas siempre fuerte, que seas siempre quien protege, por demandar cosas que ti que no quieres dar.
Te pido perdón en resumen, por dejarme guiar por el miedo, por el resentimiento, por la confrontación. Te pido perdón por no poner en primer lugar el amor en este relacionamiento. Te pido perdón por hacerme la víctima de esta guerra y olvidarme de ti y por negarme a hablar de corazón contigo. Lo siento mucho. Sé que nos ha costado a todos muchísimo.
Gracias por tu valentía. Gracias por existir y por poner toda la belleza que pones en el planeta. Gracias por acoger y cuidar, por proveer, por concretar. Gracias por la creatividad puesta en marcha, gracias por las semillas que hacen que la humanidad siga existiendo. Tenemos camino por andar y pido al cielo que nos enseñe cada vez más a andarlo juntos, de la mano.
Con amor,