jueves, 19 de diciembre de 2024

El libro de la gratitud, capítulo 15: Las tías

 Hace días no hacía un capítulo del libro de la gratitud, así que bienvenides de vuelta!

Ayer me sentí grande de verdad por primera vez. Se preguntarán si esto no debería haberme ocurrido hace algunos años, por ejemplo 17 y pico cuando me convertí en mamá, o cuando me fui a vivir a otro país con un crío de 3 años, o cuando me separé, o... en fin, debería una ser grande para este momento, verdad?

Pues no. Apenas ayer. Y fue cortesía de una cosa sencilla, como todos los momentos trascendentales de la vida, tejidos del más sutil e imperceptible hilo: me sentí hogar para mi sobrina. Vi a Mars, a Sally y a Margarita en total relajación bajo mis cuidados, con esa confianza que solamente depositas en tus mayores. Así supe que ya, que ahora sí soy grande.

Y ese momento tan bello y sutil, me ha llevado a pensar en una figura fundamental en mi vida como mujer, sin la cual la vida no habría tenido la mitad de inspiración y dulzura: mis tías <3

Hace años leí un libro precioso que recomiendo especialmente a mujeres cuando nos sentimos perdidas, que se llama 'En diciembre llegaban las brisas' de Marvel Moreno. Es una joya literaria e inspiracional en la cual ella habla muchísimo de las tías como anclas y ayer, siendo yo eso para mis pequeñas, me di cuenta de cuando mis tías lo han sido para mí.



Una estrella brilla especialmente por su cercanía, por su belleza, inteligencia y amor: mi tía Marlene, quien ostenta el poderoso título de 'Tía loca' y que ha estado en casi todas las etapas de mi vida. Durante mi infancia la tía fue un espacio de refugio para ir a pasar ratos en su casa, muy diferente de la mía; y de fantasía a través de sus cuentos preciosos y sus historias que no dejan de sorprenderme hasta hoy. Apenas hace un par de días conocí una inédita y sigo amando eso de ella. Mi tía era una mujer misteriosa y muy femenina, que me permitía peinarle el cabello largo y frondoso mientras esperaba al anhelado 'príncipe azul' hasta que estuvimos de acuerdo en decir que no existía y era mejor amar al hombre normal a su lado. Era una persona curiosa y abierta al mundo, que traía regalos de muñecos extraños que costaba un rato acoger, de diversos lugares por los que viajaba y desde donde le enviaba cartas a sus sobrinas amadas que la leerían días después en otro lugar a kilómetros de allí, pero tan cerca de su corazón como sus palabras. Es la mujer inteligente de interminables referencias literarias, personajes épicos y románticos, películas narradas con apasionamiento y la eterna rival de los crucigramas, que pocas veces le pude arrebatar :P Y es también la tía vulnerable de sus años y sus dolores, que sigue disponible para una charla profunda sobre temas terrenos y siderales. Es mi tía favorita, por mucho. 

Quiero que sepas que has sido una inspiración, sangre de mi sangre, que te quiero entrañablemente y que me siento profundamente agradecida porque seas mi tía. Que sepas todo lo que has traído a mi vida, como ese ser que no es la mamá, sino su alter ego que puede tener flexibilidades y alcances que el otro rol no permite. Eres mi tía, en todo el sentido de la palabra, uno de esos pilares femeninos que me han hecho el ser que soy.  

Hay otras tías, muy poderosas también, que me sirven como un libro de recetas o referencias a los que puedo acudir en caso de duda. La mayor de ellas, mi querida tía abuela Judith. Judith es un personaje de novela, si hubiese sido escrita en Bogotá a mediados del siglo XX y tuviese como protagonista a la persona más cachaca, simpática y bella disponible. Mi tía siempre condensó simpatía, pero de esa ácida bogotana, con un toque de sarcasmo calculado en cada frase que termina con una risa que hace imposible no contagiarse. Es la mujer de su tiempo que aprendió con mucho dolor a ser práctica y a saber cómo jugar con las condiciones que le fueron dadas, para su mayor provecho. Fuimos sus sobrinas-nietas un poco extraterrestres para su mundo, pero encontré en su casa una experiencia que tuvo una relevancia en mi infancia y que me dejó este sabor de cómo se siente la buena vida. Judith llega al final de su vida con la suavidad y fluidez de sus camisas de seda: bella, siempre; regia en el sentido de ese espíritu que le permanece sin importar los años; y jovial y afilada como en su juventud más potente. También quiero que sepas que tu presencia en mi vida ha sido contundente e inolvidable. Que eres ese referente de mujer poderosa, hábil e inteligente, en uso total de su energía femenina. Qué pedazo de mujer que has sido tía.

Y están las tías paternas. Ellas son varias, pero no tuve la suerte de vivirlas tanto a todas. Me quedan el regalo de dos: Marina y Lola. 

Marina es la imagen de la tía mayor en toda su fuerza. Es esa voz clara, sin tapujos, que pinta los límites donde los necesita y que esparce sus verdades sin recato. Es la niña que creció para construirse un mundo que le gustara y al cual poder invitar a sus personas amadas. En casa de la tía Marina pasé algunos de los pocos momentos felices con mis primos paternos en Bogotá, era ese tipo de lugar: un hogar de puertas abiertas, de bienvenida a quien lo necesitara y quisiera. Las conversaciones entre ella y mis padres han sido tanto remanso como lo fueron las muchas entre mi mamá y mi tía, que eran fuente de mágica relajación, una especie de somnífero a la manera de un cuento de hadas. Y mi tía Marina tiene otra cualidad que he admirado en la distancia y es su capacidad de gratitud inquebrantable. Parece un roble, pero está hecha de algodón y miel por dentro, un ser profundamente sensible y sentimental, disfrazado de humor negro, también muy fino. Gracias tía, gracias por ser la mujer que has sido, resiliente, valiente y profundamente amorosa.

Y la tía Lola. Es la única que ha partido de este pequeño homenaje que hago. Hace algunos años. No tuve ocasión de despedirme, la muerte no te deja decir adiós. Cuando supe de su partida fui a tomarme una cerveza en su honor, brindando con Sebastián en honor de tantas memorias compartidas con ella en mi infancia. La tía Lola era también como Marina un señorón contundente y decidido. Ahora que lo escribo, verlas me cuenta cómo era mi abuela antes de ser viejita. En casa de mi tía Lola tuve un lugar seguro en Garzón en las vacaciones que pasábamos allá con mi papá, y la mejor amiga de mis primas que además parecía mi clon, su hija María A. Era esa tía generosa totalmente, de las alacenas llenas y disponibles, de los paseos en la camioneta, de las pijamadas sin reglas, de las risas pasadas primero por seriedad para reafirmar que ella era la grande. Fui muy feliz bajo el cuidado de mi tía Lola. Con los años pude apreciar a la empresaria hábil que hizo una vida próspera, la profesional decidida que se hizo una carrera y un nombre en un pueblo donde todo el mundo tenía algo qué decir. Nos dejó muy pronto, muy joven. Te quiero tía, y mi gratitud va contigo donde sea que estés.

Hay otras mujeres que han sido mis tías o jugado de tías a lo largo de mi vida. Carmen, Marta, Victoria, Amparo, Patricia, Celia, las Lilianas, la propia Marvel a través de su libro y sus tías. Las tías son en últimas ese lugar en el que podemos vernos y mirar cómo será ser grandes, más allá de los ojos de nuestras mamás. Son ese complemento a la forma como aprendemos a ser mujeres adultas y a la vez ese lugar de cuidado al que podemos acudir por consejo o una sencilla conversación que aporte luz. 

Siento esta entrada del libro de la gratitud como un secreto que me susurra el universo con voz de mujer entrada en sus años: ten mujeres a quienes admirar. Ten referentes femeninos que te sirvan de guía y de apoyo. Construye ese libro de recetas al cual acudir cuando estés extraviada, que todas esas voces nutran esa voz interna que el tiempo va haciendo más clara.

Tías amadas: gracias. Gracias por hacer parte de mi libro de la gratitud, que no es otra cosa que el libro de la vida que me voy contando. Gracias por nutrirme de las formas en que pudieron, por ser referentes amorosos y sagaces y ácidos y vitales, como la energía shakti que a cabalidad han desplegado en sus existencias. 

Ojalá que yo pueda ser una tía para las generaciones por venir, como lo han sido ustedes para mí!
Las amo y están siempre en mi corazón <3